Capítulo 7

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—No entres.

Es lo primero que le digo a Bill cuando escucho que toca la puerta.

—¿Todo está bien?

—Creo que vino mi celo, joder… voy a morir. Pene, tráeme un pene —me revuelco en la cama y pataleo—. ¡Quiero pene!

—¡Cyril!

Estallo a carcajadas.

—Sólo necesito descansar, ya me inyecté un inhibidor, está bien, Bill.

Lo está porque soy un Dominante.

Mis celos son más intensos, pero también controlables y en estos momentos ya tomé un supresor. Voy a estar bien por seis horas seguidas.

—¿Irás a clases?

—Sí, yo… Yo tengo la exposición del proyecto hoy, saldré rápido.

Me meto a bañar y salgo sin muchos ánimos, mi cuerpo se siente débil y no tengo fuerzas, me cuesta incluso levantar mi mochila y al salir me encuentro con Bill y el desayuno listo. Después insiste en entrar hasta mi aula y esperar afuera como en los viejos tiempos, antes de bajar, le pregunto si de verdad está seguro.

Bill levanta un inhibidor y me encojo de hombros. Cuando bajamos de la Cadillac me encuentro con una persona conocida a la que tenía tiempo sin ver.

Evadne se acerca para darme un beso en la mejilla, las miradas siguen puestas sobre mí, pero yo miro a Bill en busca de respuestas.

—Un beta es bienvenido.

Ah… este idiota.

—Gracias —mis palabras son muy distintas a mis pensamientos—. Me inyecté un inhibidor a las cuatro.

Y dado que son las siete cuarenta, debo tener cuidado una hora antes gracias a que su efecto disminuye, pero no lo puedo inyectar antes porque podría ser peligroso.

Lo ideal es presentar el proyecto y regresar al departamento.

Y por fortuna, la clase del profesor Millard es la segunda, durante la primera clase me la paso encogido sobre mí mismo, el aroma de las feromonas es más intenso y me molesta. Alessa está preocupada y le pide a Ivan que se mantenga lejos de mí por comodidad, me disculpo con él por chat y le prometo invitarlo a tomar después.

Mi cuerpo está sudoroso.

Sólo puedo pensar en que, justo en este momento, las feromonas de Haven me caerían de maravilla. El calor en mis mejillas es tanto que Alessa pone su mano sobre mi frente y me indica que tengo temperatura, pero la tranquilizo diciéndole que es normal. Cuando el profesor entra, me acerco de vuelta y le digo que no me encuentro bien para exponer hasta el final de clase, cosa que él entiende porque también es omega y llama a mi equipo para pasar a exponer. Todos saltan en disgusto y me observan sorprendidos de que no les haya dicho algo al respecto. También sé que no hace falta: mis feromonas están delatándome por la forma en la que el profesor se aleja de mí y se cubre la nariz.

—Cyril, ¿por qué no te retiras? Tus compañeros pueden exponer tu parte.

—¿No va a afectar mi calificación?

—No, es una situación justificable, ve a descansar.

Lo agradezco porque mi mente se ha estado poniendo borrosa, creo que estoy a punto de colapsar y me sostengo de la pizarra cuando lo hago. Es Evadne quien entra y me carga.

Afuera nos espera Bill.

—Cuando suceda esto, házmelo saber, Cyril, no es necesario que te expongas así.

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