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La lluvia que caía sobre medio oriente hizo enfadar a Matias. Odiaba ese clima y este aparentemente lo adoraba a él porque siempre que iba a otro país, desembarcaba con la lluvia cayendo con fuerza. Ya lo tomaba como una profecía, si llovía, corría sangre y el sufría el daño del enemigo.

No le extrañaba para nada que ni siquiera lo hayan controlado al bajar de ese avión privado en el cual hizo escala, es más, estaba seguro que, sin seguía en esa línea, a nadie le interesaba lo que él, un castaño de tez blanca haría en medio de la nada.

Dos hombres frente a una camioneta lo esperaban, este suspiro y se acercó a estos – Matias ¿Verdad?

- efectivamente – el muchacho asintió. Estos abrieron la camioneta permitiéndole ver a una mujer dentro – ¿es el contacto? – estos asintieron y el suspiro entrando a esta – bien... ¿Qué tenemos?

- buenas tardes primero – el sonrió de medio lado – aquí está todo lo que debe saber.

- ah... que sofisticado – el murmuro agarrando los papeles.

- lo segundo es que, durante esta misión, seguirá mis órdenes. Su ministro dijo que es un soldado extraordinario y que ha sabido sobrellevar misiones de alto riesgo. Sobre todo, dijo que sabe seguir órdenes.

- vaya, ha de estar contento. Nunca habla así de mi – Matias suspiro echándose un poco más sobre el asiento de la camioneta que ya se estaba moviendo - ¿son ellas? – la mujer asintió – perfecto.

- ¿no va a preguntar mi nombre?

- ¿para qué? Siempre usamos seudónimos – la mujer levanto su ceja algo intrigada.

- en parte – esta suspiro – pero si vamos a trabajar juntos, quiero que me respete.

- ¿le falte el respeto? – el castaño miro a la mujer y luego suspiro – dígame su nombre.

- Candela – el asintió.

- señorita Candela, espero que este servicio a su lado sea un éxito – el estiro su mano hacia ella que la tomo algo dudosa por su cambio de actitud - ¿feliz? – cuando este le pregunto aquello la muchacha se sonrió y soltó su mano dejándolo leer aquellos documentos.

- son mil cuatrocientos kilómetros de desierto... y toda Jordania completa... hasta Arabia Saudita... ¿Quién ideo esto?

- su ministro – ella contesto de forma escueta – ideamos con el este asunto. Es lo más sano. Su avión lo esperara allá para cuando llegue.

- juro que lo voy a matar un día de estos – el castaño bufo molesto y se inclinó hacia adelante observando los mapas – dudo llegar hasta acá sin enfrentarme a varios... esto está dominado por los insurgentes.

- lo está – ella asintió – pero justamente, es donde están las niñas.

- ¿no estaban aquí? – ella negó – eso no decía el trato.

- si le decíamos eso a tu ministro nos cobraría el triple – el castaño frunció su ceño – son niñas alemanas Vice ministro... ellas no tienen nada que ver en esto – el castaño apretó su mandíbula – no piense en el – El castaño le dio un golpazo a la puerta y de forma furiosa miro a la mujer.

- Esta será la última vez que me mentira ¿¡entendido!? – la mujer se echó para atrás al oír su voz elevarse - ¡no tolero este tipo de actitudes! ¡esto no va por dinero! ¡esto va por logística, mierda! – el castaño bufo molesto y sacando de su propio portafolios un lápiz, comenzó a trazar desde donde en teoría cambiarían de vehículo, el camino que harían – nunca podremos cruzar este lugar si tenemos que parar aquí... puta madre...

Eterno Mal (NaruHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora