En el fantástico mundo de Kumandra, humanos y dragones vivieron juntos hace mucho tiempo en perfecta armonía. Pero cuando unas fuerzas del mal amenazaron el territorio, los dragones se sacrificaron para salvar a la humanidad. Ahora, 500 años después...
El Jefe Benja y el General (T/p) caminaban por el pasillo del palacio cuando de repente, Ray y (T/n) rodaron frente a ellos y comenzaron a pelear de juego.
―Alguien está emocionado. ― comentó el Jefe Benja.
―Bueno, ¡sí! Quiero decir, cualquiera que se atreva a robar la Gema del Dragón ahora tiene que enfrentarse a la furia de las cuatro mejores espadas de todos los reinos. ― afirmó Ray.
El Jefe Benja se rió entre dientes.
―Me alegra que sientas eso, gota de rocío, porque tengo algo importante que decirte. Los otros reinos, están en camino hacia aquí, mientras hablamos.
― ¿Vendrán? ― preguntó (T/n), sorprendida.
― Sí, mi luna, vendrán. ― le dijo el General (T/p).
― Oh... bien. Estamos listos. Sé exactamente cómo detenerlos. ― habló Ray con confianza.
― ¿En serio? Cuéntame qué sabes sobre los otros reinos. ― dijo el Jefe Benja.
― Primero, Cola. Un desierto sofocante con mercenarios astutos, que luchan sucio. Segundo, Garra. Un mercado flotante para tratos rápidos y luchadores con manos aún más rápidas. Tercero, Columna. Un frío bosque de bambú guardado por guerreros excepcionalmente grandes, y sus gigantescas hachas. Cuarto, Colmillo. Nuestro enemigo más feroz. Una nación protegida por asesinos enojados y sus gatos aún más enojados.
Tok Tok siseó, imitando a un gato, y se subió al hombro de Ray, mientras entraban en la cocina.
―De acuerdo, entonces vamos a necesitar algunas ballestas y catapultas y... ¡Oh! ¿Qué tal catapultas incendiadas? ― preguntó Ray.
―O, ¿qué tal pasta de camarón de Cola, hierba de limón de Garra, brotes de bambú de Columna, chiles de Colmillo y azúcar de palma de Corazón? ― preguntó el General (T/p), echando ingredientes en una sopa.
― ¿Los envenenaremos? ― cuestionó Ray, y (T/n) le dio un codazo en el brazo.
―No, no los vamos a envenenar y no vamos a pelear con ellos. Vamos a compartir una comida. ― explicó el Jefe Benja.
Sirvió un poco de sopa en dos tazones y se los entregó a los niños.
―Espera, ¿qué? ― preguntó (T/n), confundida.
―Yo los invité.
―Pero son nuestros enemigos. ― dijo Ray, incrédulo.
―Solo son nuestros enemigos porque piensan que la Gema del Dragón nos trae prosperidad mágicamente. ― explicó el Jefe Benja, sirviendo tazones para (T/p) y para él mismo.
―Eso es ridículo. La Gema no hace eso. ― dijo (T/n).
― Ellos suponen que sí, al igual que nosotros suponemos cosas sobre ellos. ― dijo el General (T/p), mientras todos se sentaban.
