La victoria de Claudia fue histórica. Por primera vez en la historia de México, una mujer se alzaba con la presidencia. Las calles de Ciudad de México estaban inundadas de júbilo y esperanza. Banderas ondeaban, cánticos resonaban, y en medio de toda esa algarabía, Claudia se encontraba en la cima del poder y, paradójicamente, en el abismo de la soledad.
Xóchitl observaba la celebración desde su departamento en Coyoacán, con una mezcla de orgullo y dolor. Había apoyado a Claudia desde el primer momento, creyendo en su visión y en su capacidad para cambiar el país. Sin embargo, en el proceso, había perdido más que una amiga: había perdido a la mujer que amaba.
El tiempo y la política habían erosionado su relación amorosa. Claudia, atrapada en un mundo de compromisos y alianzas, se había distanciado. Xóchitl, siempre al margen, había sentido el peso de esa ausencia cada vez más. Su amor, antes apasionado y vibrante, se había desvanecido en el frío pragmatismo de la política.
Claudia se encontraba en su nueva oficina, un lugar imponente y solitario. La emoción de su discurso inaugural se había disipado, dejando tras de sí un vacío abrumador. Pensaba en Xóchitl, en los años que habían pasado juntas, en los momentos de amor y complicidad. ¿En qué momento se habían separado? ¿Cuándo se había convertido en una figura distante y fría?
Las semanas posteriores a la toma de posesión fueron un torbellino de actividades. Cada decisión, cada reunión, era un recordatorio de la carga que llevaba sobre sus hombros. El país esperaba cambios, y ella estaba decidida a no defraudarlos. Pero en el silencio de la noche, cuando las luces del palacio se apagaban, la soledad la envolvía como una sombra persistente.
Xóchitl, por su parte, había intentado seguir adelante. Se había concentrado en su trabajo, en sus proyectos personales, pero la ausencia de Claudia era una herida que no dejaba de sangrar. Recordaba las noches que habían compartido, los planes que habían hecho juntas, las promesas de un futuro común. ¿Dónde había quedado todo eso?
Las semanas se convirtieron en meses. Claudia se sumergió por completo en sus deberes presidenciales, cada vez más consumida por el peso de las expectativas y las exigencias del cargo. Se convirtió en una líder respetada, pero también en una figura distante, incapaz de conectar genuinamente con quienes la rodeaban. Su vida se convirtió en una serie de eventos programados, decisiones críticas y responsabilidades ineludibles.
Una noche lluviosa, Claudia recibió una carta de Xóchitl. La leyó en su despacho, con el sonido de la lluvia golpeando las ventanas como una melodía triste.

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dos soledades
Fanficla soledad y el dolor de un amor perdido en medio del poder y la política.❤️🩹