Las palabras de Xóchitl la conmovieron profundamente, pero también la llenaron de una tristeza que no podía ignorar. La política le había dado todo y, al mismo tiempo, le había arrebatado lo más preciado: su amor por Xóchitl.
Decidió no responder. Sabía que una respuesta solo abriría heridas que ambas estaban tratando de cerrar. En cambio, se aferró a los recuerdos, permitiéndose unos momentos de vulnerabilidad antes de volver a su rutina incesante.
El tiempo pasaba lentamente para Xóchitl. Desde que envió la carta a Claudia, cada día se llenaba de una angustia creciente. Se preguntaba si Claudia la habría recibido, si habría leído sus palabras cargadas de dolor y amor. Cada noche se acostaba con la esperanza de una respuesta, pero los días pasaban sin señal alguna.
Xóchitl intentaba distraerse con su trabajo, sumergiéndose en proyectos que la mantuvieran ocupada, pero nada lograba mitigar la constante preocupación que sentía. El vacío en su vida se hacía cada vez más evidente, y la ausencia de Claudia, más insoportable.
Una noche, incapaz de soportar más el silencio, Xóchitl decidió llamar a Claudia. No sabía qué esperaba oír, pero necesitaba escuchar su voz, sentir que no estaba completamente sola en su dolor.
Tomó el teléfono con manos temblorosas y marcó el número que conocía de memoria. El tono de llamada sonaba interminable, cada segundo una eternidad. Finalmente, Claudia contestó.
—¿Hola? —La voz de Claudia sonaba cansada, pero familiar.
—Claudia... soy yo, Xóchitl.
Hubo un largo silencio al otro lado de la línea. Xóchitl podía imaginar a Claudia tomando aire, preparándose para responder.
—Xóchitl... —dijo finalmente, con un suspiro que denotaba sorpresa y una tristeza contenida—. No esperaba esta llamada.
—Claudia, necesito saber si recibiste mi carta. He estado esperando una respuesta, cualquier cosa. No puedo seguir así, en este vacío.
—La recibí —respondió Claudia, con una voz apagada—. La leí. Y me dolió, más de lo que puedo expresar.
Entonces, ¿por qué no dijiste nada? —Xóchitl sentía la desesperación en cada palabra—. Necesitaba saber que aún te importo, que aún significamos algo.
—Es complicado, Xóchitl. No quería abrir más heridas. Estoy tratando de manejar tantas cosas a la vez, y no quiero que sufras más por mi culpa.
—Pero el silencio es peor, Claudia. Me está matando. Todo lo que quería era saber que todavía piensas en mí, que no hemos sido completamente olvidadas.
Claudia suspiró profundamente, y Xóchitl pudo imaginar las lágrimas contenidas detrás de su voz firme.
—Nunca te he olvidado, Xóchitl. Pienso en ti todos los días. Pero mi vida ahora es... diferente. Estoy atrapada en un mundo que no deja espacio para lo que fuimos. Cada decisión, cada movimiento está bajo escrutinio. No sé cómo manejar lo que siento sin poner todo en riesgo.
Claudia, lo que más duele es pensar que perdimos todo sin luchar. No quiero ser solo un recuerdo doloroso en tu vida.
—No lo eres —dijo Claudia, su voz quebrándose ligeramente—. Eres mucho más que eso. Pero no puedo cambiar el pasado. Todo lo que puedo hacer es seguir adelante y tratar de hacer lo mejor para este país, aunque eso signifique sacrificar lo que más quiero.
—¿Y qué hay de nosotras? —preguntó Xóchitl, sintiendo un nudo en la garganta—. ¿Simplemente lo dejamos atrás, como si nunca hubiera existido?
—No quiero que sea así —Claudia respondió suavemente—, pero a veces no tenemos elección. Mi vida, mi camino, me ha llevado por una ruta donde no puedo tener todo. Te amo, Xóchitl, siempre te amaré, pero tengo que cumplir con lo que me he comprometido.
Hubo un largo silencio entre ambas, lleno de palabras no dichas y sentimientos no expresados.
—Adiós, Claudia —dijo Xóchitl finalmente, con lágrimas rodando por sus mejillas—. Cuídate.
—Adiós, Xóchitl —contestó Claudia, su voz apenas un susurro—. Lo siento.
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dos soledades
Fanficla soledad y el dolor de un amor perdido en medio del poder y la política.❤️🩹