Capítulo 8: Promesas en el Silencio

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Dentro de la Habitación

Xóchitl se resistió al principio, pero la fuerza de los sentimientos y la cercanía de Claudia la debilitaron. Una vez en la habitación, Claudia la besó de nuevo, con una pasión y una ternura que desarmaron las últimas defensas de Xóchitl.

-Claudia, por favor... -susurró Xóchitl, pero su voz se quebró ante la intensidad del momento.

-No digas nada, solo siente -murmuró Claudia, su voz baja y ronca mientras sus labios continuaban su camino por el cuello de Xóchitl.

Esto está mal, Claudia. Sabes que lo está -insistió Xóchitl, aunque sus palabras se iban desvaneciendo bajo el peso del deseo.

-Si esto está mal, entonces no quiero estar bien. Solo déjame amarte una vez más -Claudia la miró con ojos suplicantes antes de besarla de nuevo.

-Claudia... no puedo... -jadeó Xóchitl, su voz entrecortada por la mezcla de deseo y resistencia.

-No pienses, solo siente -susurró Claudia contra sus labios, su voz baja y ronca.

Claudia continuó besándola, bajando por su cuello, dejando un rastro de besos ardientes. Xóchitl cerró los ojos, dejándose llevar por la marea de sensaciones que la envolvían. Claudia la tumbó suavemente sobre la cama, sus cuerpos encajando perfectamente, como si estuvieran hechos el uno para el otro.

-Te amo, Xóchitl. Te amo tanto que duele -murmuró Claudia, sus labios recorriendo cada centímetro de la piel de Xóchitl.

-Esto solo hace que todo sea más difícil... -susurró Xóchitl, su voz apenas un murmullo.

Entonces dejemos que sea difícil. No me importa. Te necesito -Claudia la miró directamente a los ojos, su mirada intensa y llena de amor.

Las manos de Claudia viajaron lentamente por el cuerpo de Xóchitl, trazando caminos que parecían arder en su piel. Cada caricia, cada toque, era una mezcla de suavidad y urgencia que hacía que Xóchitl se estremeciera. Claudia se tomó su tiempo, besando cada rincón de su cuerpo, como si quisiera memorizar cada detalle, cada curva.

-Te he extrañado tanto... -susurró Claudia, sus labios rozando el abdomen de Xóchitl.

Xóchitl, respirando con dificultad, sintió que las lágrimas volvían a sus ojos.

-Yo también te he extrañado... pero esto es tan complicado... -murmuró, luchando contra sus propios sentimientos.

Claudia subió nuevamente, encontrándose con los labios de Xóchitl en un beso profundo y apasionado, sus lenguas entrelazándose en una danza que hablaba de deseo, amor y desesperación. Xóchitl se dejó llevar, permitiéndose sentir cada emoción, cada latido, como si fuera la última vez.

Finalmente, cuando ambas alcanzaron el clímax, el mundo se redujo a ese instante de conexión pura. Claudia se desplomó a su lado, sus cuerpos aún temblando por la intensidad del momento.

Xóchitl se giró para mirar a Claudia, su mirada llena de emociones contradictorias.

-Claudia, esto... esto no cambia nada -dijo, su voz apenas un susurro.

Claudia asintió lentamente, sus ojos fijos en los de Xóchitl.

Xóchitl cerró los ojos, sintiendo una lágrima rodar por su mejilla.

-Esto solo hace que todo sea más difícil -murmuró, su voz quebrada por el dolor.

Claudia se inclinó y susurró en el oído de Xóchitl:

-Necesito aferrarme a ti porque me haces sentir viva, porque sin ti estoy perdida. No quiero volver a dejarte ir. Nunca.

Xóchitl asintió, sus lágrimas cayendo libremente.

Xóchitl sintió el susurro de Claudia reverberando en su mente mientras las lágrimas seguían surcando sus mejillas. Se quedaron así, abrazadas en el silencio de la habitación, donde solo el palpitar de sus corazones entrelazados rompía la quietud.

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