Por un breve y eterno momento, Claudia correspondió al beso. Sus manos se aferraron a la cintura de Xóchitl, acercándola aún más, como si ambas quisieran desafiar al tiempo y al mundo. Pero luego, como si un frío recordatorio de la realidad la golpeara, Claudia se apartó, con los ojos llenos de confusión y dolor.
—Xóchitl... no puedo —dijo Claudia, su voz rota y sus ojos brillando con lágrimas no derramadas—. No puedo hacer esto. No ahora. No aquí.
Xóchitl sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. El beso había sido una chispa de esperanza, pero la reacción de Claudia la devolvía a una realidad cruel.
El silencio llenó la habitación nuevamente, cargado de emociones no expresadas y palabras no dichas. Finalmente, Claudia tomó la mano de Xóchitl y la sostuvo con firmeza.
—Gracias por entender, Xóchitl. Necesito este tiempo para pensar. Pero quiero que sepas que no estás sola en esto. Siempre te llevaré en mi corazón.
Xóchitl asintió, sabiendo que era lo mejor que podía esperar en ese momento.
—Lo entiendo, Claudia. Cuídate.
Ambas mujeres se quedaron de pie, mirándose a los ojos, compartiendo un momento de comprensión y dolor. Finalmente, Xóchitl se dio la vuelta y salió del despacho, sintiendo el peso de la incertidumbre en cada paso.
El camino de vuelta a su departamento fue una mezcla de emociones contradictorias. Xóchitl sentía una profunda tristeza, pero también una extraña paz. Sabía que había hecho todo lo posible para mantener su amor vivo, aunque fuera de una manera diferente.
Días después, la rutina comenzó a imponerse de nuevo. Claudia se sumergió en sus deberes presidenciales con más determinación que nunca, mientras Xóchitl buscaba consuelo en su arte. Las noches seguían siendo solitarias, pero ambas mujeres encontraban formas de seguir adelante, sabiendo que, de alguna manera, siempre estarían conectadas.
Un día, mientras Xóchitl pintaba en su estudio, recibió una llamada inesperada. Era de Claudia.
—Xóchitl, necesito verte. Hay algo importante que debemos discutir.
El corazón de Xóchitl se aceleró.
—Claro, Claudia. Dime cuándo y dónde.
—Esta noche, en el mismo lugar —respondió Claudia, su voz cargada de urgencia.
Esa noche, Xóchitl se dirigió una vez más al Palacio Nacional, con una mezcla de anticipación y temor. Al llegar, fue escoltada de nuevo al despacho privado de Claudia. Esta vez, Claudia la recibió con una expresión más decidida.
—Xóchitl, he estado pensando mucho en nosotras, en lo que compartimos y en lo que está en juego. He tomado una decisión.
El corazón de Xóchitl latía frenéticamente mientras esperaba que Claudia continuara.
—No sé cómo, pero voy a encontrar una forma de hacer que esto funcione. No quiero seguir viviendo con la sensación de que te estoy perdiendo, de que estamos renunciando a algo tan valioso. Sé que será difícil, pero quiero intentarlo. Quiero encontrar un equilibrio entre mis responsabilidades y mi amor por ti.
Xóchitl sintió una oleada de alivio y esperanza. Aunque sabía que el camino por delante sería complicado, el compromiso de Claudia significaba más de lo que podía expresar con palabras.
—Claudia, estoy contigo. Siempre lo estaré. Juntas encontraremos la manera.
Xóchitl se despertó de golpe, con el corazón latiendo frenéticamente y las mejillas empapadas en lágrimas. Miró a su alrededor, dándose cuenta de que estaba en su cama, en su apartamento, sola. Todo había sido un sueño, una cruel manifestación de sus deseos más profundos y sus miedos más oscuros.
Las lágrimas comenzaron a fluir de nuevo, esta vez con una intensidad que no podía controlar. Se abrazó a sí misma, buscando consuelo en la oscuridad de su habitación, pero todo lo que encontró fue la fría realidad de su soledad.
—Claudia... —susurró entre sollozos—. ¿Por qué tenía que ser así?
El dolor de haber sentido a Claudia tan cerca, solo para despertar en una realidad donde estaba más lejos que nunca, era insoportable. Xóchitl se levantó lentamente y se dirigió al rincón donde guardaba todos los recuerdos de su relación con Claudia: fotos, cartas, pequeños regalos. Se sentó en el suelo y comenzó a revisar cada uno de ellos, dejándose llevar por la melancolía.
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dos soledades
Fanficla soledad y el dolor de un amor perdido en medio del poder y la política.❤️🩹