12. La otra cena

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El miércoles por la noche, Fina llegó puntual al restaurante japonés donde se celebraría la cena del equipo de producción. Se había pasado los dos últimos días intercambiando mensajes con Marta, algunos amistosos, otros llenos de tensión y coqueteo, quizá por eso la actriz se sentía nerviosa por ver a la directora en persona de nuevo.

El restaurante era elegante y moderno, con luces tenues que creaban un ambiente íntimo. Las mesas bajas y los cojines para sentarse le daban un toque auténtico japonés. Había alrededor de veinte personas, todos miembros del equipo de producción de la película, charlando y riendo animadamente.

Marta llegó poco después, con aspecto radiante y segura de sí misma, aunque sus ojos buscaban a Fina en la multitud. Al verla, sonrió y se acercó.

—Fina, hola —dijo Marta, con un tono de voz cálido—. ¿Hay alguien sentado a tu lado?

—Hola, Marta —respondió Fina, tratando de mantener la calma—. Este sitio está libre.

Se sentaron una al lado de la otra, inicialmente hablando con otras personas del equipo mientras esperaban que llegaran los platos. La cena comenzó con tempura, gyozas y yakitori, seguido de una variedad de sushi y sashimi. Fina, aunque estaba acostumbrada a comer con palillos, se sentía torpe esa noche.

En un momento de la cena, Fina se manchó la comisura de los labios con la mayonesa japonesa. Llevaba un buen rato con la mancha sin ser consciente de ella cuando la vio Marta.

—Tienes un poco de salsa aquí —le susurró Marta al oído, riendo suavemente y erizando la piel de Fina.

La directora, sin pensarlo, tomó una servilleta y suavemente limpió la mancha del labio de Fina con su dedo. La actriz se sonrojó y ambas se quedaron mirándose sonrientes durante unos segundos, sintiendo una tensión creciente. Conscientes de que estaban rodeadas de gente, se recompusieron.

—Déjame ayudarte con los palillos —dijo Marta después, acercándose a Fina. Sus manos se rozaron cuando Marta le mostró cómo sostenerlos correctamente, lo que provocó unas risas nerviosas en ambas.

—Gracias, soy un desastre —dijo Fina, sonrojada.

—No te preocupes, todos tenemos nuestros momentos —respondió Marta con una sonrisa.

Frente a ellas estaba sentado Carlos, uno de los cámaras del equipo. Era un chico joven y atractivo, con cabello oscuro y una sonrisa encantadora. Desde que se habían sentado, Carlos no paraba de mirar a Fina.

—Así que, Fina, ¿cómo es que una mujer tan guapa como tú no tiene un novio celoso esperándote en casa? —preguntó, con un tono de voz que pretendía ser seductor.

Fina se sintió incómoda, especialmente porque estaba sentada al lado de Marta.

—Bueno, en realidad estoy comprometida —respondió Fina, levantando ligeramente la mano para mostrar su anillo.

—Vaya, mala suerte para nosotros —dijo Carlos, sonriendo.

Fina sonrió forzadamente y se disculpó para ir al baño. Necesitaba un momento para calmarse. Marta dudó por un instante, pero decidió seguirla.

En el baño, Fina estaba apoyada en el lavabo, claramente contrariada. Marta se acercó con cautela.

—No te preocupes por Carlos, es un engreído —dijo Marta, intentando aliviar la tensión.

Fina levantó la mirada y suspiró.

—No es Carlos lo que me molesta. Es todo esto, Marta. Me siento agobiada. Tengo tantas dudas...

—¿Dudas? —preguntó Marta, acercándose un poco más.

—Sí, dudas sobre mis sentimientos, sobre si quiero pasar toda mi vida con Andrés —respondió Fina, con la voz temblorosa.

Marta la miró intensamente, su preocupación evidente en sus ojos.

—Es normal tener dudas, Fina. Casarse es un gran paso. Nadie espera que lo tengas todo claro de inmediato.

Fina asintió, pero su expresión seguía siendo de angustia.

—Pero no es solo eso. Dudo si quiero a Andrés como pareja o solo como amigo. Y, además... —Fina hizo una pausa, respirando hondo antes de continuar—. De forma inesperada ha aparecido alguien en mi vida, alguien que me hace cuestionar todo.

Marta sintió un nudo en el estómago, sus miradas conectadas de manera profunda.

—¿Quién? ¿Lo conozco? —preguntó Marta en un susurro, dando un paso más cerca.

Fina tragó saliva, sintiendo que el mundo se detenía alrededor de ellas.

—No puedo decirlo —murmuró Fina, mientras Marta acortaba aún más las distancias. La tensión entre ellas era palpable, sus respiraciones se mezclaban.

—Fina, dime —insistió Marta, ahora a escasos centímetros de ella.

Fina cerró los ojos por un segundo, luchando con sus emociones.

—Pues... —empezó a decir, pero justo en ese momento la puerta del baño se abrió y entró Carmen.

—¡Qué bien, reunión de chicas! —exclamó Carmen, ajena a la tensión en el aire.

Marta y Fina se separaron bruscamente, sus rostros enrojecidos.

—Vine a retocarme el maquillaje —dijo Carmen, sacando un pequeño espejo y un pintalabios—. Estoy tan ilusionada con la película, chicas. ¿No es emocionante?

Fina y Marta intercambiaron una mirada, tratando de recomponerse.

—Sí, es muy emocionante —respondió Fina, forzando una sonrisa.

—Definitivamente —añadió Marta, tratando de mantener la compostura.

Las tres salieron juntas del baño y volvieron a la mesa. El postre ya estaba servido: una exquisita selección de mochis de diferentes sabores y un delicado dorayaki relleno de crema de té verde.

Estaban a punto de sentarse cuando un miembro del equipo llamó a Marta desde el otro lado de la mesa.

—¡Marta! Ven aquí, necesitamos discutir unos detalles del rodaje —gritó desde su lugar.

Marta sonrió a Fina con una mezcla de disculpa y promesa en sus ojos antes de dirigirse al otro lado de la mesa.

—Nos vemos en un rato —murmuró, rozando ligeramente la mano de Fina antes de irse.

Fina se quedó observando cómo Marta se alejaba y tomaba asiento con otros compañeros. Volvió a su lugar frente a Carlos, que seguía hablando animadamente, pero sus palabras se volvieron un murmullo lejano en sus oídos.

Mientras la cena continuaba, las miradas furtivas entre Marta y Fina eran constantes. Fina intentaba centrarse en la conversación con Carlos y los demás, pero cada vez que levantaba la vista, se encontraba con los ojos de Marta, que parecían buscarla a través de la mesa.

Marta, por su parte, hacía lo mismo. Aunque intentaba involucrarse en la charla sobre el rodaje, su atención se desviaba constantemente hacia Fina. Sus corazones latían con fuerza, cada mirada intensificaba la conexión que habían sentido en el baño.

Fina jugueteaba con los cubiertos, apenas tocando el postre, sus pensamientos totalmente ocupados en Marta. Sentía su corazón acelerado cada vez que sus ojos se encontraban, y aunque intentaba sonreír y participar en la conversación a su alrededor, su mente estaba a unos metros de distancia.

Marta, sentada al otro lado de la mesa, notaba cada movimiento de Fina. Intentaba no ser evidente, pero cada vez que podía, sus ojos la buscaban, sintiendo una mezcla de ansiedad y esperanza. Se preguntaba si esas miradas significaban algo y, de ser así, cómo lo enfrentaría. Lo único que tenía claro era que Fina se iba a casar con su hermano y, aunque en el fondo le encantaría equivocarse, no creía que esa persona que había aparecido en la vida de la actriz, avivando sus dudas con Andrés, fuese ella.

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