El verano llegó a la ciudad, trayendo consigo días largos y soleados que invitaban a la aventura. Para Chiara y Violeta, este verano significaba no solo tiempo libre de las clases, sino también una oportunidad para explorar más a fondo su relación y a sí mismas. Decidieron planear un viaje juntas, una escapada a un pequeño pueblo costero famoso por su belleza natural y su vibrante escena artística.
El primer día en el pueblo fue un festín para los sentidos. Las calles estaban llenas de galerías de arte, pequeñas tiendas y cafés acogedores. Se alojaron en una casita pintoresca con vistas al mar, cuyas olas susurraban promesas de tranquilidad y descubrimiento.
La casita era un refugio acogedor, con paredes encaladas y ventanas de madera pintadas de azul. En el interior, una sala de estar cálida con muebles rústicos y una chimenea de piedra creaban un ambiente hogareño. Una pequeña cocina se abría a un comedor con una mesa de madera, perfecta para cenas íntimas. Los dormitorios, con camas cubiertas de colchas hechas a mano, ofrecían un refugio cómodo y sereno.
En su primera mañana, se levantaron temprano para caminar por la playa. La brisa marina era fresca y salada, y el sol recién salido pintaba el cielo de tonos rosados y dorados. Chiara llevaba su cuaderno de bocetos, mientras Violeta cargaba su cámara, listas para capturar la magia del lugar.
Mientras caminaban, Chiara no pudo evitar pensar en cuánto había cambiado su vida en los últimos meses. Su relación con Violeta la había transformado, y aunque todavía tenía preguntas sobre su identidad, se sentía más segura y feliz que nunca.
—Este lugar es increíble.Gracias por sugerir este viaje, dijo Chiara, deteniéndose para contemplar el horizonte.
Violeta sonrió y le tomó la mano.
—Sabía que te gustaría. Es el lugar perfecto para relajarnos y dejar que nuestras mentes descansen de la academia.
Pasaron los días explorando el pueblo, visitando galerías y hablando con artistas locales. Cada tarde, regresaban a su casita para compartir una cena simple pero deliciosa, cocinada juntas. Las noches estaban llenas de risas, conversaciones profundas y miradas que decían más que las palabras.
Una noche, decidieron cocinar una cena especial. En la cocina diminuta pero encantadora, se movieron con una sincronización perfecta. Chiara picaba verduras mientras Violeta preparaba una salsa. La casita se llenó de los olores de la comida casera, creando una atmósfera cálida y acogedora.
—Nunca había cocinado con alguien así, dijo Chiara, sonriendo mientras removía la olla.
—Es porque tenemos una conexión especial, respondió Violeta, acercándose para darle un beso en la mejilla.
Después de la cena, encendieron la chimenea y se acurrucaron juntas en el sofá. La luz del fuego bailaba en las paredes, y el sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla se filtraba por las ventanas abiertas. Hablaron sobre sus sueños, miedos y esperanzas para el futuro, sintiéndose más cerca que nunca.
Un día, mientras paseaban por un mercado local, se encontraron con un pintor que estaba realizando retratos. Violeta, entusiasmada, convenció a Chiara de que se dejaran retratar juntas. El artista, un chico joven llamado Martin, sin embargo lo que más les llamaba la atención eran sus ojos brillantes, él las observó detenidamente antes de comenzar a pintar.
—Hay una conexión especial entre ustedes dos. Se puede ver en la forma en que se miran,dijo mientras trazaba las primeras líneas en el lienzo.
Chiara y Violeta se sonrojaron, pero no pudieron evitar sonreír. Cuando el retrato estuvo terminado, lo miraron con asombro. El artista había capturado no solo sus rostros, sino también la esencia de su relación: la mezcla de amor, complicidad y promesa de un futuro compartido.
Esa noche, de regreso en su casita, colgaron el retrato en la pared y lo contemplaron en silencio.
—Es hermoso, susurró Chiara, sintiendo una oleada de emoción.
—Como tú, respondió Violeta, besándola suavemente.
La casita se convirtió en su santuario, un lugar donde podían ser ellas mismas sin reservas. Pasaban las mañanas en la playa, explorando las dunas y recolectando conchas marinas, y las tardes en el jardín, donde Chiara pintaba mientras Violeta tomaba fotografías de los pequeños detalles que encontraban a su alrededor.
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Colores de un nuevo amor / KIVI
RomanceEn la vibrante Academia de Bellas Artes, Chiara, una pintora apasionada, y Violeta, una talentosa fotógrafa, se conocen y comienzan a compartir más que proyectos artísticos. Su conexión crece rápidamente, y mientras Violeta se da cuenta de que está...