Pasó una semana desde lo ocurrido. Erin volvió a casa, aunque debía de hacer reposo. Nerissa volvió a la escuela. Ella intentó explicarle a su madre lo que Mashiro le había contado, pero...¿cómo creerte eso? La madre solo pensaba que eran histórias de niñas. Erin no podía dormir bien por las noches.(Como de costumbre) Se había quedado en estado y no lo sabía, matáron a su bebé y no se lo dijeron... Ella ya no sabía como hacer las cosas, ya que todo lo que hacía era para acabar mal. Nerissa intentó arreglar las cosas con Mashiro, y acabaron arreglandolo. Erin no iba a trabajar. Eso le aburria.
-Mamá...-dijo Nerissa, con una cara de cachorrito.
-¿Qué quieres?-dijo Erin con bordería.
-No seas borde conmigo. Yo no te he hecho nada...
-Nerissa, solo dime lo que quieres. No estoy para bromas.
Nerissa suspiró. Miró su plato de comida y continuó comiendo.
Erin puso sus manos sobre la mesa, haciendo que la botella de agua cayera al suelo. Se levantó, cogió su plato (que estaba lleno), tiró la comida sobrante y fregó su plato.
Nerissa continuó comiendo. Su madre iba a su habitación, cuando Nerissa comenzó a hablarle:
-No me importa si estás deprimida. Yo también lo estoy. Solo quería decirte que Mashiro quiere venir mañana a comer. Tú misma dijiste que podía.
La madre cerró sus puños. Sabía que su comportamiento no era el adecuado. Erin asintió con la cabeza y se fue a su habitación.
"Yo iba a dejar de ser dulce y cariñosa...resulta que la que ha dejado de ser cariñosa es mi madre. Nunca fue dulce..."
Erin estaba en su cuarto. Miró su mesita de noche. Solo podía encontrar la lamparita y el libro. Ella cogió el libro y con rábia le pegó un puñetazo. Y otro...y otro. Cuando se cansó, comenzó a llorar. Sabía que ese libro era prácticamente el culpable de todo. Es como si su vida fuera una réplica real de su vida. Fue a darse una ducha fría. Cuando cerró la puerta del baño, Nerissa se apartó de la puerta de la habitación de su madre. Estaba escuchandolo todo. Sabía que su madre estaba hecha mierda. La niña se fue a limpiar su plato de comida, y acto seguido se fue a dormir. Erin salió de la ducha, se puso el pijama y se tumbó en la cama. Cogió su móvil y empezó a enviarle mensajes a una amiga de la policía. Solo hablaban de cómo estaban, qué hacían, etc. Esa compañera era Nora, una mujer rubia con ojos verdes. Era una compañera de la escuela de Erin. Se conocen de toda la vida. Era una de las mejores amigas de Erin, pero no se hablaban mucho. Ellas dos terminaron de mandarse mensajes. Erim se acabó durmiendo. A mitad de la noche, Erin escuchó un grito que provenia de Nerissa. Ella se fue corriendo a su habitación. Se encontró a la silueta negra que vió en su pesadilla. Esta vez, su rostro podía verse muy claramente.
Erin le cogió el hombro y le giró hacia ella. Iba a pegarle un puñetazo en la cara, pero al verlo comenzó a llorar.
-No...no...imposible...no...-dijo Eein muy alterada.
-Mierda...me has visto.-dijo la silueta.
-Esto es una broma...¿verdad?-dijo Erin con preocupación
La silueta besó a Erin. Ella puso los ojos como platos y le empujo.
-¡NO ME TOQUES HIJO DE PERRA!
Ella le pegó un puñetazo en la cara y la silueta desapareció. Los ojos de Erin solo eran lágrimas.
-Mamá...-dijo Nerissa-Mamá reacciona.
Erin solo miraba al frente. Todo era demasiado para ella.
-¡MAMÁ!
Erin miró a Nerissa. Se acercó a su hija y la abrazó.
-Viste su cara...¿Verdad?-preguntó la madre.
-N-No...-respondió la hija-¿Quién era?
-Era...era tu...padre.
Erin dejó de abrazar a su hija y se fue, sin decir nada más. Sería mejor olvidar lo que había pasado.