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🔥CAPITULO 41🔥

Dominique.

Empujó a mi hermano hasta que está varios pasos alejados de Juliette gritando e insultando por el dolor en su mano.

Dominique: ¿Qué diablos piensas que haces?

Jean: No sabes en los problemas que te acabas de meter.

Damien: Esto no quedará así.

Me paso una mano por el rostro.

Joder, siempre son problemas con él.

Dominique: ¿Estás bien pequeña?

Juliette: No me tocó, no hubiera hecho mucha diferencia ¿No viste sus puños? Son tan frágiles.

Alain: ¡Juliette!

Ella lo mira y le sonríe.

Juliette: Gracias, pero no lo hubieras interrumpido si él me tocaba entonces yo podía golpearlo por tratarte mal.

Bastien: Si el te tocará ahora estaríamos en una guerra entre mafias cielo, es mejor así por ahora.

Dominique: Timothy disculpate con Juliette y con Alain.

Tim: Eso no pasará.

Me pongo frente a él mirándolo fijamente con una orden, soy su maldito boss por más hermanos que seamos el me obedece.

Dominique: Te di una puta orden.

Aprieta la mandíbula, sabe que no puede ignorar una orden de su boss, ni siquiera por ser mi hermano, nuestro padre me dio el poder a mi y no hay fuerza en esta tierra que pueda cambiar eso.

Se sabía desde que me adoptaron que el poder sería mío, ambos somos adoptados, pero soy mayor y aunque él no quiera verlo soy jodidamente más realista y responsable, él era bastante chico cuando fue adoptado, por eso ahora es tan mimado, tuvo todo lo que podía desear desde bebé.

Yo no, aún recuerdo mis días en el orfanato, nadie quería un niño, generalmente adoptan bebés, pero mi madre quiso desprenderse de mí cuando tenía cuatro años, duré otros cuatro años en el orfanato hasta que mi padre me adoptó.

Allí conocí a la pequeña, la cuidaba de los niños que la molestaban, era una cosita tan pequeña y frágil y estaba tan rota, puede que su mente no quiera que recuerde bien el hecho de haber presenciado el asesinato de sus padres frente a ella, pero está ahí, profundamente clavado en su consciencia.

Está ahí la niña de cuatro años que gritó y lloró desconsolada frente a los cuerpos moribundos de sus padres.

Tim: Discúlpame Juliette, Perdón Alain.

Eso sonó de todo menos sincero, pero no me interesa, es mejor que se vaya aunque esté enojado.

Ya estoy con suficientes problemas como para sumarle los que él me genera diariamente.

Juliette: La acepto por tu hermano está vez, pero la próxima —le sonríe— me gusta que me pidan disculpas de rodillas.

Tim: ¡Es todo! ¡Te lo buscaste!

Intenta saltar sobre ella, pero al ver que no llega porque lo agarre ella se ríe a carcajadas mientras él me grita que lo deje matarla.

Nunca permitiría tal cosa.

Él podrá ser mi hermano desde hace diecisiete años, pero ella es mi pequeña, la niña por la que implore de rodilla por que la adoptaran para que no se alejara de mi, por la que llore para que me dejaran seguir viendo, por la que le rogué a mi padre que buscará su paradero cuando no la encontré en el orfanato, ella siempre fue el centro de mi atención, no importaba cuántas mujeres o niñas hubiera, ella siempre captaba mi atención.

Como la de muchos otros, aunque muchas veces lo odie, ella parece tan cómoda con esos tres hombres, incluso con el cocinero, pero lo que más me molesta es lo cómoda que se siente alrededor de Zacharie, él siempre se ha jactado por tener su atención, pero se que cuando ambos estamos en la misma habitación estamos en igualdad de condiciones.

No es que me sienta conforme con eso, solo me ayuda saber que pueden estar todos ellos y yo en la misma habitación y nadie tendría más atención que otro, ella parece especialista en brindarnos a todos la debida atención.

Como si estuviera en su elemento con tantos hombres a su alrededor.

Juliette: Suéltalo cosita, veamos que tan malo es el cachorro.

Las puertas de la cafetería se abren dando un fuerte golpe contra la pared y por ellas entra Zacharie robando la atención de todos hacia él, ignora a todas las personas y pasea su mirada por todos hasta centrarse en nosotros, frunzo el ceño cuando sus ojos se centran en mí en lugar de su hermana como siempre.

Viene caminando hacia nosotros con decisión, parece enojado, furioso, pero no sé porque o si, si es que tiene que ver con mi hermano.

Zacharie: Hola.

Juliette: ¿No tenías cosas que hacer?

Alain: Princesa, no quiero interrumpir, pero creo que deberían moverse, no quiero que me echen y la cola ya se ha retrasado un buen tiempo.

Juliette: Si te echan yo te contrato, toma.

Le da una tarjeta que él mira con los ojos abiertos, ninguno aquí tiene idea de que es la tarjeta, salvo Zack que no parece asombrado.

Bastien: ¿Tienes un restaurante?

Juliette: ¿Es que solo puede trabajar en una cocina? ¿Qué te pasa?

Bastien: ¿¡Qué!? ¡No! No es lo que quise decir.

Zacharie: Dios, no tengo tiempo para esto hoy, necesito salir ¿Vienen?

Ella frunce el ceño, pero asiente con la cabeza, suelto a mi hermano y este se va murmurando insultos en voz baja para que Zacharie no lo escuché, para nadie es sorpresa que es el que menos paciencia tiene cuando a Juliette se refiere.

Juliette: Llámame Alain y gracias en serio.

Se inclina sobre el mostrador y le da un beso en la mejilla haciéndolo sonrojar.

Zacharie: Que venga si quiere, igual y ya tiene trabajo nuevo, tu también Dom.

Dominique: No necesito trabajo.

Zacharie: Imbécil, que vengas con nosotros si quieres.

Su mandíbula está apretada y cada palabra parece dolerle, solo por eso sonrío y paso un brazo por encima de los hombros de mi pequeña y lo miro.

Dominique: Claro hermano vamos.

Sus ojos antes feroces y enojados parecen suavizarse y sus cejas fruncirse.

Tan raro.