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🔥CAPITULO 50🔥

FOTO EN PERSONAJES.

Yannick.

Hace diecisiete años.

Fue la noche más aburrida de toda mi vida, mi esposa está sentada a mi lado en el elegante vestido de gala que una lujosa estilista eligió para ella como si no tuviera estilo o criterio propio, mis padres están sentados frente a nosotros junto a mi pequeña hermana, ella no entendió nada de la gala como es de esperarse de una niña de cuatro años.

Mis padres se ríen de las torpes palabras de mi hermana acerca de la gala de príncipes y princesas a la que asistimos según ella.

Sonrío sin querer reírme, no podría de todos modos, la actitud de mi flamante esposa obstruye cualquier felicidad y alegría que podría sentirse en esta limusina al mirarla con desagrado.

Tuvimos que salir antes de la gala porque mi hermana derramó sin querer un poco de jugo sobre la ropa de mi esposa, estaba tan histérica que empezó a gritarle entre susurros hasta que ella se puso a llorar.

Estaba tan furioso por eso que juro que considere matarla, pero por supuesto mi pacifico padre tenía que arreglarlo antes de que eso sucediera, fue hacia mi esposa y le susurró algo, no me importa lo que haya sido, pero se disculpó con mi hermana.

Luego con la sonrisa más radiante mi padre alzó a mi hermana.

Nunca nadie le había gritado o hablado mal antes, ella es la princesa de la familia, cuando tus padres deciden tener un hijo catorce años después de ti lo que sucede es que ese niño siempre te termina viendo como un padre, pasas más tiempo con él que tus propios padres, después de todo ya estaban jodidamente desacostumbrados, no importaba que yo no estuviera para nada acostumbrado, ella solo se calmaba a mi alrededor, soy mas la figura paterna para ella que mis propios padres.

Y no son malos padres en absoluto, es solo que ella eligió desde el día que nació al igual que yo la elegí, ella solo dejaba de llorar si era yo quien la cargaba, solo tomaba el biberón si era yo quien se lo daba y dormía toda la noche si era yo quien dormía a su lado.

Ahora ya con cuatro años recurrimos a dejarle algunas de mis camisas para que pueda olerme, según mis padres y mi esposa no podría seguir durmiendo con ella.

No importaba si el día que nació prometí nunca alejarme de ella, no importa si prometí estar cada día de su vida, no importa si prefería estar con esa niña de cuatro años jugando al té antes que con mi esposa escuchándola hablar de los trajes que su estilista le dijo que me comprara para poder estar a juego con ella.

Juliette siempre me dio paz, el día que su pequeña mano tomo mi dedo caí completamente rendido por ella y cuando sus ojos tan celestes como los míos me vieron lo perdí, supe que nadie iba a importarme tanto como ella alguna vez, ella era tan dulce y delicada, era el ser más frágil que había visto y me había elegido a mí entre todo el mundo para que la cuide, no pude hacer nada más que dejarme llevar por el sentimiento.