Formidable

Capitulo 3

Helena

Me impresiona lo que mis ojos están presenciando. El aire se siente sofocante. Un rubio se encuentra envuelto en llamas mientras le grita a un hombre delgado de cabello oscuro que se encuentra frente a él.

-¡Observa, James! -el aire se espesa aún más-. ¡Este es el verdadero poder!

El hombre mira al rubio con una cara de indiferencia total. La imagen era increíble, parecía irreal, poderoso y descontrolado.

-Déjate de imbecilidades, Ian -aparece una rubia regañando al hombre que está ardiendo.

La mujer hace un movimiento extendiendo sus manos, como si dirigiera una orquesta invisible. El agua del aire comienza a condensarse, las gotas suspendidas en el tiempo se unen formando una gran cantidad, la cual dirige hacia el rubio para finalmente arrojarla sobre él.

El pelinegro ríe al ver al hombre que se encontraba en llamas ahora completamente empapado y desnudo.

-Tápate, hay más personas presentes -le informa el pelinegro de nuestra presencia.

El rubio toma un pantalón que se encontraba botado en una parte de la arena y se lo pone rápidamente.

-Lo siento, señoritas, pero no puedo darles el placer de deleitarse con mi hermoso cuerpo en público.

Con una encantadora sonrisa y una mirada coqueta llena de confianza se acerca a mí, toma delicadamente mi mano y deposita un beso en el dorso de esta. Repite esta acción con Every.

-Es un placer conocerlas, soy Ian Blaze. El aburrido de ahí es James Moore -señala al pelinegro, al que ahora puedo observar mucho mejor. Tiene unos ojos azules realmente profundos que resaltan aún más por el tono de su cabello-. Y la estúpida de ahí es mi hermana melliza, Danira.

-Es un gusto conocerlos, soy Every Fost -les dice con mucho entusiasmo-, ella es Helena.

-Lo sabemos, el Sargento nos puso al tanto de todo cuando llegamos -responde Danira con una expresión seria-. También nos informó que estaríamos entrenando con alguien sin nivel.

No la conozco, nunca nos hemos visto, pero puedo sentir su molestia no solo en sus palabras. Me mira como si quisiera utilizar el agua y ahogarme en este momento.

-Sí, esa soy yo -le suelto con la misma energía que me da a mí.

La tensión de nuestras miradas se corta con la llegada de nuestro superior.

-Bien, comencemos -nos dice el Sargento que apareció con mucho entusiasmo y unos bolsos llenos de quién sabe qué-. Empezaremos con combate cuerpo a cuerpo, sin armas. Quiero ver cómo está su nivel actual y de ahí determinar qué necesitan mejorar.

Danira da un paso adelante mirándolo con una sonrisa.

-Yo seré la primera -se ofrece, y puedo notar su intención-. Yo pelearé con la Nadda -sugiere mientras me apunta.

¿Nadda? ¿Qué mierda se supone que significa eso?

-Danira y Helena, al centro de la arena.

Obedezco sin mostrar ni un poco de intimidación; no le daré esa satisfacción a la rubia. Nos posicionamos ambas hasta que suena el grito de nuestro sargento, indicando el comienzo de la pelea.

Lanzo el primer golpe directo a su cara con mi mano empuñada, pero la mujer lo esquiva y me lo devuelve impactando en mis costillas. Fue un golpe fuerte, pero a comparación de otros que me han dado, lo siento como un cosquilleo.

-Vamos, Nadda, demuestra que no eres una pérdida de tiempo -me molesta su comentario y avanzo enojada hacia ella, tirando golpes con toda mi fuerza, pero la maldita los esquiva todos con una gracia y precisión perfectas.