HelenaSi me hubieran preguntado hace unos meses qué estaría haciendo al salir del orfanato, jamás me hubiera imaginado que una de las opciones sería estar aquí, en Nimbus, entrenando codo a codo con el grupo de personas más fuertes que jamás hubiera imaginado conocer. Personas con habilidades sobrenaturales, bendecidas por los mismos dioses con estos “regalos” llamados dones. Y mucho menos hubiera creído que perduraría en este lugar hasta hoy, el día de la ceremonia oficial para nombrarnos verdaderos miembros de la Guardia.
Veo la armadura que se encuentra sobre mi cama y agradezco, no a los dioses que jamás estuvieron a mi lado cuando los necesité, sino a Eiden. Sin él, no sería la persona que soy hoy. Él me enseñó que no importa qué tan grande sea el muro; con esfuerzo y determinación podría superarlo. Me mostró que si seguía dejándome llevar, nunca me respetarían y jamás viviría en paz, que debía ser inteligente, saber cuándo atacar y cuándo no. Tal vez hoy no esté aquí, pero siempre lo llevaré conmigo.
Hubo un tiempo en que sentí que lo estaba olvidando. Ya no recordaba esa sensación que me generaba estar con él, la seguridad que me brindaba. Con él, sentía un hogar, me sentía en casa. Esa sensación la volví a recordar cuando conocí a Viggo. Físicamente no se parecen en nada; el sargento es un hombre enorme de 25 años, mientras que Eiden tenía tan solo 16 la última vez que estuvo en este mundo. Pero la calidez y la mirada de ambos me transmiten exactamente lo mismo.
Cuando vinieron a preguntar por las armas que necesitaríamos para la ceremonia, pedí dos espadas, como las que utilicé practicando con el comandante. Si realmente era una ventaja poder utilizar ambas manos, entonces la aprovecharía. Pedí armas comunes y corrientes, sin una forma específica ni en el mango ni en la hoja, solo pedí una cosa que significaba todo: que una de ellas tuviera en la hoja un escrito: Eiden. Quiero que esa persona que fue mi familia y que dio la vida por mí me acompañe en cada batalla.
Me pongo mi armadura, que resulta ser muy cómoda y me permite una fácil movilidad. No sé qué tipo de material es, pero es muy ligera. Salgo de mi habitación y me encuentro con mis compañeras, que se ven hermosas. Avery nos obligó a Danira y a mí a maquillarnos un poco más de lo que haríamos normalmente y nos peinó a ambas, dejándonos el cabello liso con unas ligeras ondas naturales que le da más volumen. Ella se tomó el cabello de una manera bastante estilizada y estaba preciosa.
Ian y James se habían adelantado, ya que según ellos, si fuera por esperarnos, llegaríamos dos días después de que la ceremonia haya terminado.
Llegamos las tres al lugar y buscamos dónde está el resto de nuestra escuadra. Logro divisar entre el montón de soldados a un rubio molestando a una mujer que estaba formada, claramente tratando de coquetear con ella. Me dirijo hacia él para “salvar” a la chica, ya que tiene cara de que le dará un golpe en cualquier momento.
—Ian, te necesitamos urgente. La ceremonia ya va a empezar —le digo al rubio, que tras mi comentario suspira frustrado y camina hacia mí.
—Pero Hel, ¿no ves que ya casi la tenía? —se queja mientras nos dirigimos con el resto del grupo.
—Sí, claro. Lo que casi tienes es una castración, idiota. —Lo agarro de la oreja y termino de arrastrarlo a su posición en nuestra fila. —. ¿Acaso no notaste que la mujer no tenía ni el mínimo interés en ti?.
—Ja, ja, ja, eso es imposible, preciosa —me dice mientras se señala a sí mismo—. Mira esta cara y ni hablar de cómo me queda esta armadura.
—¿Alguien ha visto al Sargento Nielsen? —se acerca James, interrumpiendo el egocéntrico discurso de Ian.
—No tengo idea, yo acabo de llegar también junto con las demás —miro para todos lados y no veo señales de Viggo por ningún lado—. ¿Creen que venga?

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Formidable
FantasyEn un mundo donde los dones otorgan poderes extraordinarios, Helena nació sin ninguno. Su vida transcurrió en el orfanato de Vallebruma, un lugar donde residen aquellos que carecen de un don. Sin embargo, al cumplir 18 años, su destino cambia drásti...