Helena
Viggo se ve extraño últimamente, muy distraído. Hoy el entrenamiento ha sido mucho más pesado y agotador. Nos hizo ir a una de las panaderías y ayudar a mover unos costales de harina enormes de una isla a otra. Eso solo fue el comienzo. Después nos dejó practicando golpes y movimientos para las peleas. En eso siento que aprendí bastante; todos compartieron algunos movimientos y estrategias, los cuales tuvieron la paciencia de enseñármelos paso a paso, y se sorprendieron de la rapidez con la que los aprendía.
Incluso Danira se tomó la molestia de corregir mis errores de combate. Noté que su actitud fue un poco menos irritada conmigo, quizás debido a la aclaración sobre mi amistad con Viggo.—¿Sabes cuándo será la ceremonia de iniciación? —le pregunto a Danira.
—Dentro de muy poco —respondió—. El sargento me informó que necesita empezar pronto con nuestros entrenamientos grupales y no podremos hasta que eso suceda.
—Después de eso seremos parte de la guardia oficialmente —solté con un suspiro de alivio.
—No estés tan contenta, Nadda. Eso es solo una formalidad para darte un arma personalizada y una bonita armadura, pero la verdad es que ese es solo el comienzo. Vendrán no solo entrenamientos, sino también misiones donde pondremos nuestra vida en riesgo.
—¿Crees que le tengo miedo a la muerte? —le pregunté seria a la rubia—. Créeme que hay cosas mucho peores; para muchos, la muerte sería un regalo. Pero supongo que alguien que ha nacido en una cuna de oro y no le ha faltado qué comer no lo entendería.
—Creo que eres una mujer fuerte —sus palabras me sorprendieron, sobre todo después de mi respuesta. Esperaba que se molestara y termináramos peleando ambas—. Cuando llegaste, creí que no lo eras. Hasta el momento, creo que me equivoqué.
Me dejó sin palabras y me pellizqué la mano para despertar.
—No seas estúpida —me golpeó las manos donde me estaba pellizcando—. Soy una persona estricta, no me malentiendas. He entrenado desde pequeña para estar aquí; mi carácter y disciplina es lo que me ha traído hasta donde estoy hoy. Puede que haya tenido comida en mi mesa desde que tengo memoria, pero esto, entrar aquí con las habilidades de combate que poseo, nadie me lo regaló. Cuando te vi, me asusté. Quiero llegar algún día a ser alguien importante en la guardia, tener un puesto que equivalga a todo lo que he trabajado. Creí que tú me perjudicarías en eso, después de todo, serías parte de mi escuadra.
—Lo entiendo y lamento haber sacado el tema de los privilegios. Sé que no es tu culpa lo que sucede abajo. Espero que desde ahora podamos tener una buena relación.
—Eso espero. Somos todos un equipo ahora, o bueno, lo seremos dentro de poco. Necesitamos llevarnos bien y confiar los unos en los otros.
Le dediqué una sonrisa sincera y estiré mi mano; las estrechamos, parecía ser un nuevo comienzo para ambas.
Viggo dio por finalizada la sección de entrenamiento y nos mandó a almorzar a todos. En unas horas debían volver solo aquellos con dones para continuar con eso. Después de dar el comunicado, vi que se acercaba a mí.
—¿Helena, dónde irás a comer? —me preguntó con esa voz rasposa que tiene.
—Iré a la cabaña a almorzar con los demás.
—Me alegro. Quería preguntarte algo... Mi mamá dijo que el fin de semana le gustaría que fueras a comer con nosotros a mi casa, solo si quieres.
—Claro, me encantaría.
—Qué bien. Creí que no aceptarías la invitación. —La verdad es que probablemente no la hubiera aceptado para no molestar, pero después de mi encuentro con el comandante debía hacerlo si quería que me ayudara a entrenar.

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Formidable
FantasyEn un mundo donde los dones otorgan poderes extraordinarios, Helena nació sin ninguno. Su vida transcurrió en el orfanato de Vallebruma, un lugar donde residen aquellos que carecen de un don. Sin embargo, al cumplir 18 años, su destino cambia drásti...