Winter Wine (l.s)

29.

"---Quizás las balas no me mataron... pero... tu...

tu tienes el poder de destruirme solo con una palabra---"

Por un segundo creyó que Harry estaría en la ceremonia donde le entregarían las medallas y diplomas, pero fue iluso y estupido y la decepción que se llevó fue tan grande como un volcán. Al regresar a casa con las esperanzas deshechas su casa antigua estaba fría, tan fría como el hielo, oscura como esas sombras que hacían los árboles cuando la luna llena asomaba voraz en el cielo. No había rastro de mamá o papá, ni de las pisadas frenéticas de sus hermanas. Louis solo estaba ahí, parado en medio de la sala de estar con su bolso marrón y la carta de Harry que le dieron antes de irse de la casa real, los libros estaban adentro de esta llenas de barro, su uniforme ya no estaba, su cabello estaba corto pero la piel seguía igual de demacrada, inclusive mucho más. Una pena.

Sus medallas por valentía y honor descansaban en su pecho izquierdo, su uniforme le quedaba más suelto de lo normal incluso las calcetas verdes se le caían de las canillas a causa de su delgadez excesiva, probablemente estaba enfermo, sin embargo, Louis no le tomaba el peso y caminaba por la casa con olor a encierro con sus botas que hacían eco en el suelo de madera, las flores estaban marchitas y todo estaba lleno de polvo, habian platos sucios en el lavabo, quizás de algún desayuno que su madre había hecho antes de...

Suspiró y caminó a su habitación en el segundo piso, la habitación aún tenia los posters de jazz, la cama estaba ordenada y la ropa guardada. Dios, ha pasado mucho y no creyó que se alegraría tanto por ver su pobre cama de madera, se recostó en ella y su nariz se llenó del aroma a casa a mamá e infancia, llenó sus pulmones saturados de pólvora o sudor con este. No lloró, solo mantuvo una tenue sonrisa en su rostro gris como la piel de un moribundo.

El clima era como en su interior, tan negro como la noche o el día lluvioso. Le gustaría ser Luke, si, ese estúpido se fue con su alfa y ahora deberian estar teniendo una cena familiar de bienvenida, o haciendo el amor, maldito hijo de puta pensó; no lo pudo evitar, estaba enfadado, roto y todo le molestaba, la felicidad de todos le molestaba. Entonces penso en alejarse, desaparecer por mucho mucho mucho tiempo, al menos hasta que reuniera la fuerza para irse y reunirse con él. Ya que lo extrañaba, y solo han pasado una o dos semanas, ni eso sabia, quizás un mes, todo avanzaba a paso de tortuga como pobres caracoles que son pisados en la acera de la calle empapada, se sentía como uno de ellos, tan... viscosos y apestosos.

Volvio a suspirar tan fuerte que creyo ver remecer la casa solitaria, salio de lo que alguna vez fue su habitación o un lugar para estudiar y refugiarse. Se sentía como otra persona, alguien tan frágil como tan fuerte, quizás un caballo, o un perro, ellos son sensibles al ruido, pero capaces de aventarse a un camión para salvarte. Bajó a paso lento por la escalera con la mano en la pared, llena de polvo que entró a su nariz, pero esta parecio no inmutarse porque vamos, su nariz se acostumbró a todas estas asquerosidades, incluso a más, como las vísceras y los ojos reventados. Ya nada era perturbarte para Louis porque puede decir que lo vio todo.

Caminó al jardín con rastros de nieve, el frio de Doncaster hacia cosquillas en su piel, la soledad era tranquilizadora, ningún sonido se oia mas que el de los pájaros, el agua del rio a unos metros, todo estaba de maravilla, o lo estaría, si Harry estuviera con él. Pero, a su mala suerte, Bonnie, fue nombrada en la carta que apenas pudo empezar a leer y no se permitió continuar, arruinando todas sus esperanzas de que Harry siguiera con vida. Volvio a tomar una bocanada de aire y se encaminó al rio, su corazón era un remolino, quizás ni lo tenía m, porque Harry se volvió el dueño de aquel órgano tan vital en su pecho, llevándose su esencia cuando le dispararon. Era casi como un zombi, ojeras y cutículas destrozadas, uñas un tanto largas, pero al haber vuelto de la ceremonia militar lucia impecable.