Capítulo 699: ¿De quién es la culpa?

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El humo y el polvo provocados por el meteorito se habían disipado en su mayor parte, y el alboroto en la calle se había calmado poco a poco. Los heridos habían escapado en gran parte al peligro gracias a la rapidez del tratamiento, pero algunos seguían muriendo, provocando ocasionales gritos de angustia.

En la catedral de Saint-Sien, el padre Cali completó su penitencia. Se levantó y se volvió hacia Lumian, que estaba sentado en silencio en el primer banco, observándole.

Lumian rió entre dientes y preguntó despreocupadamente: "¿Sigue sirviendo de algo el arrepentimiento?"

Sin esperar respuesta, añadió habitualmente: "Debes saber que tu destino está sellado. No sobrevivirás más que unos días".

La palidez se reflejó en la tez morena del padre Cali, que respondió con calma: "Si el arrepentimiento funcionara, no sería verdadero arrepentimiento".

Esta afirmación pareció tranquilizarlo.

"Me arrepentí porque quise, no para negociar comprensión o redención. Mirando hacia atrás, he cometido muchos errores. Anhelaba un estatus más alto y la aprobación de los del Norte. Ese deseo me cegó y sucumbí a las tentaciones del Demonio".

Lumian se burló al oírlo.

"¿Es realmente así? ¿Realmente el deseo nubló tu juicio?"

Al ver la expresión de desconcierto del padre, Lumian se echó hacia atrás y miró el Emblema Sagrado del Sol.

"¿Tu ambición de prestigio y reconocimiento por parte de los norteños te forzó a colaborar con Twanaku, te obligó a convertirte en Espectro como padre del Eterno Sol Ardiente, te hizo receptivo al encanto del Demonio o te llevó a explotar a esos chicos? No, elegiste este camino por voluntad propia".

Los labios del padre Cali temblaron como si quisiera objetar, pero no encontró las palabras.

Lumian sonrió y continuó: "Muchos en este mundo aún ansían un estatus elevado y el reconocimiento de ciertos grupos. La mayoría de ellos simplemente se esfuerzan por contribuir y combatir el mal con todas sus fuerzas. Nunca se asocian con Demonios, pues esperan alcanzar sus objetivos por medios justos. Incluso ante el fracaso repetido, no descienden al abismo.

"Comparten los mismos deseos, pero mantienen el autocontrol mientras que tú no has podido. El deseo no nubló tu mente: tu mente eligió la depravación".

El padre Cali se quedó en silencio, sin palabras.

Lumian suspiró con una sonrisa.

"Un pariente me dijo una vez: 'El deseo intenso alimenta el progreso humano, pero también es el demonio que arrastra a los humanos al abismo'. Lo bueno o lo malo, la luz o la oscuridad, todo depende de nosotros, de ese único pensamiento en un momento crucial".

Con el rostro cada vez más pálido, el padre Cali bajó la cabeza y ronroneó: "He pecado..."

Lumian se llevó una mano al pecho, con expresión serena.

Miró al padre Cali y se rió con autocrítica.

"Yo también tengo fuertes deseos. Todo el mundo lo hace. Si albergar un deseo intenso es un pecado, entonces eres un pecador, y yo también. Todos somos culpables".

La expresión del padre Cali se congeló momentáneamente antes de darse la vuelta lentamente.

Arrodillado una vez más ante el altar, contempló el inmenso Emblema Sagrado del Sol y habló con voz grave: "Tú eres inocente. El deseo en sí no es pecaminoso, pero yo soy un verdadero pecador".

Inclinó la cabeza mientras su cuerpo se volvía gradualmente etéreo y transparente.

Así, el padre Cali se manifestó como un Espectro ante el Emblema Sagrado.

LOTM 2: Círculo de Inevitabilidad Parte 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora