— ¿Estás lista? —la voz de Ajax sonaba dulce y encantadora tan cercana a su oído que le producía un cosquilleo agradable— Ahora, cierra los ojos.
Estaban en la parte de atrás de los invernaderos nuevamente, debido a la hora y la falta de una luna el lugar se veía un poco en penumbra.
— ¿Qué es? —cuestionó la rubia.
— Es una sorpresa, cierra los ojos —insistió el, estaba tan cerca que Enid casi podía aspirar el aroma a menta de su aliento, no recordaba ese aroma en él.
— ¡Ok! —sin pensarlo más hizo caso y escuchó nuevamente la voz del joven casi etereamente bailar dentro de su cabeza.
— Alza tu cabello.
De seguro era algún dije o guardapelo, el solía ser bastante cuidadoso con esos detalles y siempre encontraba la forma de alegrar su día con cada gesto que tenía con ella, por eso no entendía como Wednesday lo aborrecía tanto.
— Abre los ojos.
Cuando volvió a ver frente a sí Ajax sostenía una cadena entre sus manos, el objeto se elevaba sobre su hombro y estaba conectado a su cuello, cuando pasó sus dedos para notar lo que llevaba puesto y sintió un escalofrío, tenía un collar de cuero unido a la cadena.
— ¿Ajax? ¿Qué es esto?
La sonrisa del joven acentuada como si dos líneas rectas se hubiesen curveado a la perfección frenaron el gesto para contestar:
— Pensé que te gustaría
— ¿Estás loco? —la joven quiso desabrocharse buscando donde se conectaba la hebilla del collar pero no encontró ninguna, solo sintió la cadena unida al cuero que tenía una especiee de cierre en forma de candado al medio
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— ¡Quítame esto! —gritó furiosa, pero las manos tiraron de la cadena hacia adelante y cuando encaró el rostro, chocó con la cabellera negra e inconfundible de Wednesday, sonreía satisfecha sujetando el metal con fuerza.
— ¿Segura? —murmuró, la punta de su lengua vaciló divertida entre sus dientes, como si de un niño a punto de hacer una travesura se tratase— Yo diría —añadió— que hay que aprender a manejar ese temperamento ¿no crees?
Enid quedó enmudecida, la mano libre de Wednesday, cubierta por su clásico guante de cuero, paseó por su rostro, al llegar a su boca jaló del mentón para abrir sus labios, la rubia se dejó guiar en automático y notó como el rostro se acercaba a ella, se preparó y cerró los ojos sintiendo la respiración cercana pero... nada pasó.
Al mirar nuevamente ya no se hallaba tras los invernaderos, parecía ser una especie de pasillo largo, pasó sus manos por el cuello, aún tenía la correa y notó que la cadena se perdía en las oscuridad del lado opuesto.
