Epílogo: Luna de Sangre.

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ADVERTENCIA: De contenido medio violento, pase a leer con precaución.

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El reloj de la mesita de Enid marcaba las tres de la madrugada, aunque esa parte de la habitación permanecía vacía, unos jadeos resonaban desde la cama de enfrente donde dos personas se encontraban enredadas entre las frazadas.

Wednesday tenía a Enid sobre ella ligeramente inclinada hacia adelante, sus torsos rozaban al compás del movimiento de sus caderas, la morena se tensaba por momentos mientras sentía su miembro golpear en cada sentada que daba la rubia.

Más... rápido...

Wednesday sintió el peso cuando Enid se apoyó sobre sus hombros con ambas manos sin detener su movimiento, fue en ese instante que las garras salieron desprendidas hacia adelante surcando la piel en ambos lados, Enid estaba completamente inconsciente de esto, sus ojos entrecerrados dejaban revelar una franja dorada en vez de sus iris azules usuales.

Joder, espera... —soltó Wednesday sintiendo el ardor mientras las garras se hundían en las heridas.

 Te necesito... —soltó Enid con sus colmillos extendidos.

No pudo terminar la frase puesto que de un tirón sintió el orgasmo bajar por su vientre y trepar con la misma rapidez por su columna haciéndola arquear el cuerpo,  se desprendió del agarre de  Wednesday cuando ella se retiró del interior con su miembro hinchado y goteando, la rubia no lo pensó dos veces y se agachó un poco más para introducirlo en su boca, podía sentir el calor golpear desde la base y succionó intentando evitar que sus colmillos la lastimen, pero la morena estaba perdida en cada lamida que daba, presionando la cabellera rubia contra su pelvis descargó toda su semilla exhalando un gemido ronco. Su cuerpo se desplomó agotado.

Mierda, Wends ¿yo te hice eso?

Los rastros de sangre sobre su hombro ahora eran más notorios cuando intentó acomodarse en la cama.

Tranquila —dijo recuperando el aliento— mañana estará bien, ahora solo quiero dormir.

Pero Enid no se rindió, a regañadientes la llevó a la ducha y la ayudó a limpiarse a consciencia, colocó un par de parches donde tenía esas marcas tan evidentes.

Se arrastraron hasta la cama con las sábanas de color rosa y luego de que Enid arropara bien a Wednesday la abrazó por la cintura mientras ambas caían en un sueño bastante pesado.

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¿A qué huele?

Enid se hallaba caminando por el largo pasillo que solía ver en sueños, nuevamente. Su mano se apoyaba sobre la pared de color ceniza, su nariz se alzaba con interés ya que había detectado varios aromas que la invitaban a seguir caminando.

Menta... lo reconocía, era fresco, agradable; el otro era cuero... se le erizó la piel y por alguna razón, se sintió vulnerable. El tercer aroma ahora era más intenso y crecía más y más atacando su sentido del olfato: Incienso.

Creí que no vendrías.

Era la voz inconfundible de su novia, tenue, pero extrañamente risueña, una mano se extendió sobre ella, una mano con el usual guante que cubría su piel, ella no lo pensó mucho e intentó tocarla, la mano la atravesó como un fantasma.

No me sueltes - Wenclair 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora