Cambios

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Robert Musso observó a Topo tirado en el suelo frente a su mansión, sus heridas abiertas y sangrantes. El conde se acercó, intrigado por el aroma de la sangre y el inusual olor que emanaba de las heridas de Topo. Sin perder tiempo, lo levantó con facilidad y lo llevó al interior de su mansión.

-Llévenlo a una habitación y cuiden de él ordenó Musso a sus sirvientes, quienes obedecieron de inmediato, llevando a Topo a una cómoda cama y comenzando a tratar sus heridas.

Topo descansaba en la cama, su cuerpo debilitado por las heridas y la pérdida de sangre. En la oscuridad de la habitación, sus sueños se volvieron inquietantes. La mente de Topo comenzó a estar plagada de pesadillas. En sus sueños, Topo se encontró de nuevo en el bosque, rodeado por sombras. Un aullido resonó en la distancia y, de repente, apareció Pedro, pero no como lo recordaba. Pedro estaba cubierto de heridas, con un aspecto sumamente aterrador

-¡Pedro! -gritó Topo, sintiendo una mezcla de alivio y terror-. ¡Lo siento! ¡No pude salvarte!

Pedro avanzó lentamente hacia Topo, con movimientos torpes y ojos llenos de reproche.

-¿Por qué me dejaste, Topo? -reclamó Pedro con una voz cavernosa-¡Eras mi amigo!

Topo retrocedió, el dolor y la culpa consumiéndolo.

-No quería... no pude... -intentó explicar, pero las palabras se le escapaban.

Pedro se acercó más, levantando una mano temblorosa y luego señalándolo.

-Ahora estoy condenado, y es tu culpa -dijo Pedro, con su rostro desfigurado y sus ojos vacíos llenos de acusación.

Topo despertó bruscamente, su corazón latiendo con fuerza y su respiración agitada. Miró a su alrededor, reconociendo la lujosa habitación pero sin saber dónde estaba ni quién lo había llevado allí. Las imágenes de su pesadilla seguían frescas en su mente, llenándolo de un profundo sentimiento de culpa y desesperación.

Se sentó en la cama, observando las vendas en sus heridas, tratando de recomponer sus pensamientos. No sabía en qué se estaba convirtiendo ni quién era el misterioso hombre que lo había rescatado, pero una cosa estaba clara: debía descubrir la verdad.

La puerta se abrió lentamente y Robert Musso entró en la habitación. Su presencia era imponente, y su mirada se fijó en Topo con una mezcla de interés y autoridad.

-Veo que has despertado -dijo Musso con una voz suave pero firme-. Mi nombre es Robert Musso, y te encontré gravemente herido en el bosque. Te traje aquí para que pudieras recuperarte.

Topo lo miró con desconfianza, todavía aturdido por las pesadillas y la confusión.
-¿Quién eres? ¿Dónde estoy? -preguntó Topo, tratando de entender su situación.

Musso sonrió ligeramente, acercándose un poco más.

-Estás en mi hogar. Te salvé porque vi algo especial en ti. Hay un destino que debes cumplir, uno que será revelado a su debido tiempo.

-¿Cuál es tu nombre, joven? -preguntó Musso, sus ojos penetrantes fijos en Topo.

-Me llamo Gustavo, pero me dicen Topo-respondió, tratando de mantener la compostura a pesar de su confusión-. Gracias por ayudarme, pero debo regresar al pueblo. Mis amigos Tavella y Alvin están allá y necesito recuperar los cuerpos de mis compañeros.

Musso levantó una mano para detenerlo antes de que Topo pudiera levantarse de la cama.
Al oír "Tavella", un destello de reconocimiento y rencor cruzó el rostro de Musso. Recordó su pasado, la traición y la batalla que lo llevaron a su existencia inmortal.

BESTIA - Cuarteto de NosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora