— Kiki deja eso hombre que ahora sale el camarero a ayudarte.
— No te preocupes que no es nada.
Chiara se inclinó sobre el maletero del coche que su amigo Martin le había dejado para transportar el equipo que necesitaría para dar el concierto de esta noche. Sacó su guitarra, aún enfundada, y se la colgó al hombro. Echó un vistazo general a las cosas que tenía que llevar y se organizó mentalmente. Solo eran un par de cajas pequeñas con cables, una cejilla y algún que otro trasto más.
— Hola, ¿necesitas que te ayude con algo? —la joven se giró y encontró a su espalda a un chico, que, a juzgar por su apariencia física, no tendría más de veinte años y no tendría la suficiente fuerza como para llevar el equipo hasta dentro. Es cierto que no eran muchas cosas, pero no creía que esos bracitos aguantasen ni siquiera el atril que usaba para apoyar el teclado.
— No te preocupes, si se lo he dicho a José que no es mucho.
— Pues si puedes tu sola me haces un favor enorme —Chiara lo miró alzando una ceja. Quizá había subestimado al muchacho y estaba más espabilado de lo que aparentaba. Bajó un poco el tono de voz y se acercó a ella— Es que estoy atendiendo a una chica guapísima.
La cantante rio con ganas, era la última excusa que se esperaba escuchar por parte de aquel chaval para escaquearse de cargar un par de cajas. Sacó las dos más pequeñas y se las tendió.
— Toma llévame esto, aunque sea. Yo me encargo de lo demás no te preocupes, lo he hecho muchas veces —el chico asintió enérgico y se dio la vuelta dispuesta a entrar de nuevo— Oye, suerte con tu chica guapa.
— ¡Gracias!
La menorquina cabeceó risueña y se recolocó las tiras de la guitarra sobre sus hombros. Cogió con una mano el atril y con otra el teclado, haciendo malabares para cerrar el coche sin que se le cayese nada.
Entró al bar por la puerta trasera y caminó por el pequeño pasillo que formaban los barriles de cerveza y las cajas de botellines que había a su alrededor hasta llegar a la puerta.
Subió al pequeño escenario que había al fondo y dejó en el suelo todos los instrumentos que venía cargando, con cuidado. En apenas veinte minutos conectó los amplificadores, probó los micrófonos y ajustó la iluminación a su propio gusto para crear un ambiente cálido y cercano. Llevaba varios años tocando en bares y demás bolos que le salían por las distintas ciudades de España, lo que le permitía jugar con bastante ventaja.
El local empezaba a llenarse, el murmullo de la gente cada vez se hacía mayor y en el que hace un par de horas era un bar de lo más tranquilo y relajante, comenzaban a reinar las risas y el sonido de los botellines de cerveza chocando.
Chiara observó la hora en el móvil, aún faltaba casi media hora para que comenzase su show, así que decidió bajar del escenario y hacer tiempo tomando algo en la barra.
— ¿Dónde está tu chica guapa? —dijo sentándose en uno de los pocos taburetes que quedaban libres. Llamó la atención del joven camarero— ¿No se ha quedado?
— Que va, y mira que se lo he dicho eh. Tendría prisa.
— Sería eso —contestó soltando una pequeña risa— Ponme una coca cola porfa.
— Yo creo que le he gustado, pero claro he pillado a la pobre en un mal momento —Chiara llevó el vaso que el chico le acababa de entregar a sus labios, en un intento de esconder la gracia que le hacía el convencimiento del joven en sus palabras— Seguro que vuelve
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Nadie Más | KIVI
Fiksi PenggemarAnsiosa por un cambio de aires, Violeta acepta el puesto de reportera cultural en Barcelona que tanto ha ansiado, sin imaginarse por un segundo todo lo que le depararía esa ciudad. Cada noche en un bar distinto, Chiara toca en todos los bolos que se...