El concierto había terminado hacía ya un rato. El ambiente estaba más relajado, pero el bar seguía lleno de gente, una gran masa se había ido, pero la mayoría ahora estaba agrupada en pequeños corros alrededor de las mesas, charlando o disfrutando de la música de fondo. Violeta continuaba en la barra, apurando su tercera copa de vino medio vacía, esperando pacientemente a que la morena hiciera acto de presencia.
Acariciaba la copa con las yemas de sus dedos, recorriendo el borde suavemente hasta llegar al final de la base. Sus ojos estaban fijos en el recorrido de sus manos, pero su mente aún no había salido de las miradas cómplices que habían cruzado a lo largo de la última parte del concierto, ni de como paseaba la vista por todo el público para acabar fijando los ojos en ella unos segundos más.
Sacó su teléfono del bolsillo y miró la hora, hacía más de media hora que la morena se había bajado del escenario y aún no había ni rastro de ella, miró a su alrededor en un intento de encontrarla entre la gente, pero no obtuvo resultado. Suspiró y apuró lo que quedaba en su copa. Al ver el reloj correr y su copa vacía se le pasó por la cabeza irse, no pensaba que Chiara la hubiese dejado allí plantada exactamente, pero tampoco es que hubiesen hablado nada como para asegurar que tras el concierto se verían.
En una mezcla de vergüenza y enfado le hizo caso a su arrebato, probablemente impulsado por las tres copas de vino que llevaba encima, y agarró su bolso y la chaqueta dispuesta a darse la vuelta y marcharse a su casa.
—¿De verdad te ibas a ir sin avisar? —su voz le recorrió toda la columna, erizándole cada poro de su piel como un soplo de aire caliente— No te pega ese rollo
—Y no lo es, pero tampoco me gusta que me hagan esperar
La morena soltó una risa suave, desarmándola por completo. La pilló de improviso cuando se lanzó a sus brazos efusiva y se abrazó a su cuerpo, en un abrazo corto pero fuerte, de esos que notas que aprietan. Dejó un beso en su mejilla y cogió el taburete que había al lado, acercándolo un poco más al de Violeta.
—No sabía que ibas a venir, me ha sorprendido mucho verte
—Ha sido un poco improvisado, la verdad. Denna tenía cena familiar y yo me aburría en casa.
—Bueno, no sé cómo tomarme eso —dijo soltando una risa irónica y alzando las cejas— Pero bueno... me alegro de que hayas venido —clavó sus ojos verdes en ella, y las dos, aún sin hablar, sintieron la misma punzada en el estómago. La pelirroja mordió su labio inferior ligeramente, apartó la mirada rápido y buscó con la vista a algún camarero. Sintió como el bolsillo le vibraba y supuso que sería alguna llamada, leyó en la pantalla "Denna" y se lo mostró a la morena, que la alentó a cogerlo, restándole importancia. Descolgó la llamada mientras ella intentaba llamar a uno de los camareros, que estaba en la otra punta de la barra— ¡Perdona!
—Dime amore —el ambiente del local se había relajado un poco, pero no lo suficiente como para descifrar lo que su amiga le estaba contando— Nena no te escucho nada, grita más
Tapó uno de sus oídos tratando de hacer énfasis en su escucha, pero de nada le sirvió, y tampoco es que lo intentase con mucha fuerza, porque la escena que estaban viendo sus ojos pareció interesarle más.
Chiara había logrado dar con un camarero, que se acercaba hacia ellas con la boca abierta y algo nervioso, vio cómo se paró a su lado y se inclinó un poco en la barra como diciéndole algo. Su cabeza iba a explotar, entre los gritos de su amiga entrecortados, el barullo de alrededor y el énfasis que estaba poniendo en escuchar la conversación de los otros dos, al final no lograba entender ninguna en condiciones, así que decidió optar por lo que más le interesaba en ese momento, para su amiga ya pensaría alguna excusa más tarde.
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Nadie Más | KIVI
FanfictionAnsiosa por un cambio de aires, Violeta acepta el puesto de reportera cultural en Barcelona que tanto ha ansiado, sin imaginarse por un segundo todo lo que le depararía esa ciudad. Cada noche en un bar distinto, Chiara toca en todos los bolos que se...