4. ¿Quieres probar?

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Haría un par de horas que habían entrado en la discoteca, y no sabía si era el agobio de la multitud, las más de cinco copas que llevaba encima o los movimientos de vértigo que Violeta regalaba a todo aquel que estuviese en el local, pero sentía como le sobraba todo. Si hubiese un piscina llena de hielo, se hubiese tirado de cabeza y sin miramientos. Chiara no podía evitar que su mirada se desviara hacia la pelirroja con más frecuencia de la que le gustaría admitir, y aunque no estaba segura de que la chica compartiera sus intenciones, había notado como podía leer las suyas propias prácticamente desde su primer acercamiento en la terraza.

Por otra parte, Mónica bailaba frente a ella, pegando su espalda al pecho de la menorquina y haciendo que esta encajase las manos en su cintura, ayudándola a subir y bajar al son de la música. Bailaba con ella como lo hacía con cualquier otra persona del grupo, pero que la gran mayoría de sus amigos supiese de la historia de esas dos, hacía que la situación tuviera una connotación muy distinta. Ambas reían y cabeceaban un poco separándose en cuanto sentía que captaban más miradas de las que pretendían, o que el ambiente empezaba subir unos cuantos grados. Con Mónica ni siquiera había tenido ninguna conversación sobre las noches que han pasado juntas o las veces que se les ha ido de las manos la situación, se habían visto miles de veces en contextos diferentes y nunca había cambiado la relación entre ellas. Por lo que le habían contado Ruslana o Denna, su compañera era muy parecida a Chiara en ese sentido, ambas buscaban pasárselo bien de vez en cuando y se caracterizaban por su personalidad más juguetona y bromista, y eso era en parte lo que más cómoda hacía sentir a la menorquina, que sabía que no habría ningún malentendido entre ellas ni ninguna situación incómoda.

Si es cierto que esa noche estaba más pendiente de ella que de normal, por lo que supuso que la bailarina le propondría algún plan más tarde, pero al contrario de las demás veces, ese plan no era el que le rondaba la cabeza a Chiara.

Desde que había llegado a la discoteca, apenas había cruzado unas cuantas miradas con Violeta, en las que, sin ningún tipo de pretensión, la pelirroja le sonreía y animaba a bailar y cantar coreando las canciones, al igual que hacía con el resto del grupo. De forma sutil, guio la cintura de Mónica hacia el lado, animándola a seguir con su provocador baile en otro lado, cosa que a la chica no pareció importante porque rápidamente formó un trío de baile con Ruslana y Alex digno de una función de Chicago. Cabeceó un poco sonriendo y tomó el último trago que le quedaba en la copa, la miró asombrada como si fuera magia y tuviese un agujero al fondo del vaso y no como hubiese sido ella misma la que se la había acabado en menos de cuatro canciones. Se dio la vuelta dispuesta a ir hacia la barra, pero sintió un agarre en su brazo. Violeta señalaba la puerta con las cejas alzadas, como haciendo una pregunta que a Chiara no le quedó del todo clara.

—¿Vas fuera? —dijo agarrando su cuello y tirando un poco hacia abajo por la diferencia de altura.

Le entraron unos nervios que había olvidado que podía sentir, no estaba en sus planes más inmediatos tener a Violeta a un par de centímetros susurrando en su oído. No estaba segura de haber entendido la pregunta bien, ni siquiera podría jurar que su cuerpo seguía respirando en ese momento. Simplemente se limitó a asentir y agarrar la mano que la chica le ofrecía mientras se habría paso entre la gente.

Un fuerte pitido en sus oídos la hizo percatarse de que ya estaban fuera del local, eso y que Violeta hacía unos segundos que había soltado su mano, dejándola huérfana de su agarre. Visualizaron un portal algo más apartado del bullicio que se había formado en la puerta y ambas, en silencio, parecieron estar de acuerdo en que ese fuera su destino. Se sentaron en el mismo escalón, pero en cuanto la pelirroja abrió su bolso para rebuscar algo en él, Chiara cambió su asiento a uno más abajo, teniendo una mejor perspectiva de ella.

Nadie Más | KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora