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Desperté aquella mañana con la cajita de música sobre mi pecho, cosa que me hizo sonreír, pero la sonrisa fue bastante breve, porque recordé la responsabilidad que me quedaba para todo el resto de semana. Muchos eran los compañeros que han muerto en misiones tan casuales como esas por llevar a reclutas, y sabía que a mí me iba a pasar algo. Tenía ese mal presentimiento, y por alguna razón, también le estaba tomando un extraño cariño a aquella chica, Samantha. Aún recuerdo el día en el que me juré no volver a perder a nadie especial, aún recuerdo mi corazón roto, aún recuerdo las lágrimas que salían de mis ojos, y aún la recuerdo, porque cuando saqué mis antiguas chapas del bolsillo de mi pantalón el cual no me quité cuando llegué, allí estaba su nombre.

"Keana Marie Issartel"

FLASHBACK

Me sentía orgulloso de mí mismo y los logros que estaba obteniendo. Cada vez iba teniendo más reconocimiento entre los oficiales, y eso que esta era mi cuarta misión. Nada más y nada menos que en El Líbano. Velaba día y noche para que no me pasara nada, que pudiera llegar de una pieza al cuartel, y luchaba porque mi chica, la misma que estaba durmiendo a mi lado en la trinchera con la ametralladora pegada a su pecho, llegara conmigo.

Escuché un ruido extraño e inusual, lo que me hizo ponerme inmediatamente alerta, cargué la ametralladora pesada y usé la mirilla para observar a la otra trinchera. La mayoría de los conflictos ocurrían en la ciudad, pero a veces los rebeldes podían llegar hasta nuestro campamento y hacernos daño.

No sé cómo ocurrió, pero de un momento a otro, escuché disparos, la tierra saltaba a nuestro alrededor, y Keana despertó sobresaltada. Yo tapé su boca inmediatamente y susurré en su oído.

-No digas nada. No sabrán que estamos aquí si no sacamos la cabeza.

Mala suerte. Porque gracias a mi gran despiste de haber dejado la ametralladora pesada, un grupo de cinco rebeldes se escondieron, justo tras nosotros. Con toda la cautela que pude, saqué mi walkie y comencé a mandar una señal.

-Necesito refuerzos en la trinchera 6, repito, necesito refuerzos en la tr-... ¡MIERDA!- No pude continuar hablando, porque cuando miré hacia Keana la tenían sujeta, justo con una navaja en su cuello, apretando un poco. Decían cosas en libanés, y no les entendía, pero recé porque entendieran el inglés. –No, no. Alto, por favor.- Me arrodillé dejando mis armas en el suelo a la vez que ellos me apuntaban con una pistola, seguían gritando, y lo que no sabían es que tenía otra navaja en la bota cuando me desarmé por completo.

De un momento a otro, nos ataron a los dos las manos, y supe que nos iban a llevar como rehenes. No quería eso para Keana, la quería, y no podía dejar que le pasase nada como aquello. De camino a un furgón que había, yo llevé mi talón al trasero y saqué la navaja en un movimiento rápido, para que no se dieran cuenta. Corté las cuerdas de mis muñecas y cuando fui a atacar, me quedé frío, porque ellos habían sido más rápidos, y cuando me vieron sacar la navaja, un gran machete atravesó el abdomen de mi chica.

Agrandé los ojos sintiendo mi mundo caer en ese instante en el que ella también se derrumbaba intentando tomar aire. Llegaron los refuerzos que pedí hace unos minutos, y entre el tiroteo que se formó, llevé a rastras a Keana a algún sitio a salvo de todo aquello. La tumbé sobre mi regazo y acaricié sus mejillas, quedando mis manos manchadas de sangre porque esta salía de su boca cuando tosía.

-Mi amor... Keana, no... No me dejes solo.- Dije en un hilo de voz mientras lágrimas estaban aflorando de mis ojos.

-Felix...- Esbozó una suave sonrisa e intentó levantar la mano para quitarse el machete, pero la paré negando.

Ejercito ( Riverduccion)( En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora