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Aquella noche tuvimos que acampar en el desierto, pero Samantha no dejaba de temblar y mirar hacia todos lados. Cuando todo el mundo dormía, yo salí de mi saco de dormir colocándome una manta por los hombros, yendo directo al saco de Samantha con la claridad que dejaba la preciosa Luna. Puse las rodillas en el suelo y sonreí al ver el brillo de sus ojos dirigirse a mí. No pude más, no aguanté y me agaché, de forma de que mis labios encajaron perfectamente con los suyos, notando cómo estos temblaban un poco, pero a medida que el beso se iba haciendo más duradero, noté que Samantha comenzó a tranquilizarse. Justo cuando iba a tocar con mi lengua sus labios, ella se separó mirándome con una sonrisa amplia, luego abrió un poco su saco, dejando intención de que yo durmiera con ella.

Entré en su saco de dormir, cerrándolo. Estábamos cómodos porque los sacos eran bastante grandes y calentitos, así que no tendríamos problema. Continuamos con nuestra sesión de besos, notando cómo Samantha subía el saco, cubriéndonos hasta la cabeza. El beso esta vez lo profundizó ella, y mi respiración se aceleró, porque hacía años que no sentía aquél revoltijo de sentimientos en mi estómago, y como si ella me hubiera leído la mente, levantó un poco mi camiseta para acariciar la zona de mi abdomen, notando que sonreía en el beso cuando sus dedos repasaron mis abdominales algo marcados. Sin pensarlo, me coloqué encima de ella, dejando una de mis piernas entre las de ella. Lamí sus labios de forma lasciva, lamiendo ahora hasta su cuello, donde comencé a dejar un camino de besos bastante provocativos, moviéndome lentamente encima de ella, presionando a veces su centro con mi miembro.

Su mano se perdió en mi cabello, la mía se perdió en su ropa, porque antes de darme cuenta, había desabrochado la chaqueta de su uniforme y mis dedos comenzaron a bajar por sus pantalones. Samantha soltó un gemido frustrado y yo coloqué mi frente contra la de ella con una amplia sonrisa en mi rostro. Una duda me surgió al notarla tan nerviosa bajo mi cuerpo.

-¿Es tu primera vez?- Di un beso esta vez más corto en sus labios, viendo que se estaba pensando la respuesta, ¿cómo podía pensarse aquella respuesta que era tan clara?

-Hm... No.- Carraspeó algo incómoda, y entonces me miró directamente a los ojos, sonriéndome tristemente.

-¿Qué ocurre?- Pregunté curioso ante su cambio de actitud, pero ella solo volvió a besarme, penetrando mi boca con su lengua de inmediato, la cual empezó a hacer maravillas con la mía. Besaba de ensueño. Dios, no podía parar de imaginarme lo que esa lengua podía hacer en mi... Mis pensamientos se fueron a la mierda, porque ella bajó la mano a mi miembro y lo presionó encima de la ropa, saliendo de mi garganta un gemido casi gutural que ella acalló con su lengua.

No podía aguantarlo más, así que le desabroché los pantalones y mi mano fue a parar directa bajo su ropa interior, comenzando a acariciar su clítoris muy lentamente, dando pequeñas puntadas con las yemas de mis dedos, notando cómo ella abría más sus piernas, exponiéndose por completo a mí. Entonces comencé a estimular aquel punto de una forma delicada, pero excitante, porque ella no podía parar de acallarse sus propios gemidos mordiéndose el labio.

No pasaron unos minutos cuando  me quite la ropa y me hundi en ella de una forma bastante lenta, notando cómo ella se apretaba, la miré a los ojos buscando alguna explicación a su intranquilidad con respecto a eso y lo encontré.
Ñ Tenía miedo.

-¿Te... te duele?- Pregunté tímido y ella negó rápidamente con la cabeza, tragó saliva y sonrió tímidamente.

-Sigue... Por favor, ya estoy tranquila.- Dio un corto beso en mis labios con una media sonrisa casi forzada y yo me moví en su interior sintiendo cómo se destensaba ahora. En unos momentos en los que ya estaba tranquil me introduje más en su interior, moviéndome ahora con mucha más rapidez.

Los gemidos en susurros de Samantha eran música para mis oídos, incluso cuando me mordía el cuello, haciéndome un poco de daño. Sabía que aquello iba a dejar marca.

La sentí temblar debajo de mí, como si tuviera una guerra interna, qué irónico, ¿no? Traté de tranquilizarla con besos, y ahora fue cuando su cuerpo se tensó totalmente, su vena del cuello se marcaba y se mordía el labio con todas sus fuerzas porque estaba llegando al orgasmo. Saqué mi miembro de su interior corriéndome fuera con una amplia sonrisa y supe que aquella no era una decisión de la que me iba a arrepentir.

-No quiero que pienses que soy un hijo de puta.

-No lo eres...- Dijo con la voz algo tomada por el reciente orgasmo.

-Lo soy cuando no estoy seguro de algo...- Carraspeé un poco y ella se abrazó a mi cuerpo.

-¿Puedo pedirte algo?

-Claro.

-Confía en mí. No te fallaré.- Dijo con tanta certeza que mis bellos se pusieron en pie, en señal de que me había dado un escalofrío. No le respondí, al menos no con palabras, porque volvía besarla con tanta ternura y cariño que me recordó a aquellos besos que solo le daba a una persona, y su chapa llegaba a quemarme en el bolsillo. Sabía que esto no estaba bien, pero... La vida está hecha para errar, no para hacer lo correcto.

Pasamos un rato más entre besos y arrumacos hasta que le ordené que se durmiera porque el día siguiente iba a ser duro, íbamos a tener que presenciar muchas cosas que no son de agrado de nadie.

Rivers POV

Me dolía, me dolía aquella zona, pero el consiguió encontrar el placer en mí, y no quería volverme vulnerable, al menos no con Félix. El no sabe lo que pasa conmigo, lo que pasa en mi vida, ojalá pudiera simplemente "no existir" y desaparecer, esfumarme, como el humo de una hoguera que se lleva el viento.

Nunca había hablado con nadie de los maltratos que recibía por parte de mi padre, aunque a veces me tuviera que morder la lengua, pero yo nunca decía nada, no quería sentir la mirada cargada de lástima de alguien sobre mí.

Cuando amaneció yo estaba despierta, observando a Félix dormir, sonreí y le acaricié el cabello lentamente, hasta que algo me asustó, y es que su walkie comenzó a sonar.

-"Comandante Blake a Sargento Félix, ¿me recibes?"- Sabía que aquello no estaba bien, pero me daba igual, iba a hacerme valer. Tome su walkie y pulsé el botón para hablar.

-Le recibo, comandante. Cambio.-Dije haciendo mi voz más grave.

-Te necesito en la ciudad lo antes posible. No traigas a tu pelotón, porque es muy arriesgado, solo... ven tú.

-Estaré allí en una hora como máximo. Cambio y corto.- Hablé en susurros y me resultó hasta raro que Félix no se despertara. "Para ascender, tienes que ser valiente" me decía Steve, el chico que conocí hace unos días en una conversación que tuvimos.

Sin pensarlo mucho, dejé una nota a Félix en el saco y me alisté para salir hacia la ciudad, caminando, mirando la brújula de mi reloj, viendo la ciudad a lo lejos. Estuve a punto de salir corriendo cuando escuché disparos, pero solo apreté el fusil que tenía en mi pecho y seguí caminando con paso más decidido.

"Félix, lo siento, pero he tenido que ir a la ciudad. Hay que ser valiente, ¿no? Te sentirás orgullosa de mí. Buenos días. – SAMY ♥"

Ejercito ( Riverduccion)( En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora