2

75 6 0
                                    

 
El estruendoso despertador sonó y llegó a mis oídos. De vuelta a la nueva rutina que tenía para ese año... Los reclutas. Me miré al espejo después de la ducha matutina. Me vestí con el uniforme reglamentario y sin pensar mucho más, salí de mi habitación y pronto pude ver los pasillos casi solitarios, y la poca gente que había, estaba en grupo. Yo me negaba totalmente a entablar alguna relación con alguien, había perdido a tantísima gente en las trincheras que ahora no quería crear lazos afectivos con nadie, era inútil, porque hoy estabas, pero mañana no se sabía.

Por los pasillos, hubo algo que me llamó la atención, y fueron unos gritos graves.

-Eres una inútil, no sirves para nada.- Al asomarme a un pasillo sin salida pude ver al Teniente Coronel Rivera golpear la mejilla de alguien. Fue con el dorso de la mano, así que no dudé que eso iba a dejar marca por los nudillos de aquella persona

Se iba a dar la vuelta, así que seguí con mi camino. Yo, por muy estricto que fuera, no entraba en mis planes golpear a alguien para que me obedeciera, prefería que se llevaran una lección con actos, y no con golpes, pero había superiores que no eran así.

Una vez en la pista, la trompeta sonó, y mis reclutas se iban agolpando en aquel lugar, formando una fila. A la primera que vi fue a Samantha, lo que me provocó una sonrisa, ¿a qué hora se habría puesto el despertador para no quedarse dormida? Mi sonrisa pronto se borró de mi rostro cuando vi sus ojos rojos y aún sus mejillas encharcadas. En su pómulo había una marca rojiza que se estaba tornando morada.

"Eres una inútil, no sirves para nada."

Cerré los ojos pudiendo sentir los tirones de pelo de mi padre y sus golpes en mi cara, tan real, que tuve que pasar una mano por mi ceja y mis mejillas para comprobar que estaba bien al abrir los ojos. Suspiré, precisamente porque sabía lo que era sentirse despreciada por tu propio padre. Negué para mí misma, tenía que ser duro, no podía darme pena nadie.

-Buenos días, reclutas. El entrenamiento de hoy será el de resistencia. Se pondrán a dar vueltas por toda la pista, hasta que yo ordene parar. Conserven sus energías, porque no será poco tiempo.- Llevé mi silbato a la boca y pité. -¡Vamos!

Todos se pusieron a dar vueltas por el campo, unos más rápidos, otros más lentos, pero al fin y al cabo, todos estaban corriendo. Me puse mis gafas de sol, pues este estaba empezando a dar en la pista. Yo simplemente los observaba, hasta que vi un rostro que me fue conocido. Era uno de los chicos que estaba ayer en el campo de tiro y me desvalorizó, yo sonreí maliciosamente y alcé la voz.

-¡Alto! Una pausa. Tú.- Le señalé con el dedo índice, y luego señalé el suelo. –Quiero que hagas 100 flexiones ahora mismo.- El muchacho parecía no saber que le estaba hablando a él, así que me acerque mucho más, hasta tenerlo en frente. -¿No sabes hacer flexiones? ¡¿Entonces qué haces en el ejército si ni siquiera sabes hacer eso?!

Aquel chico se apuró en hacer lo que yo estaba haciendo, así que mientras él se ponía a hacer lo que dije, miré a todos los demás que estaban descansando. No llevaban ni 10 minutos corriendo, y ya estaban cansados. Suspiré, porque me quedaba mucho trabajo que hacer con ellos Sin embargo había alguien que no estaba cansada, y aquello me provocó una sonrisa. Samantha había seguido el consejo de conservar el ritmo y no apresurarse. Mi mirada se cruzó con la de ella, y yo inmediatamente dejé de mirarla. El chico, a la cuenta de 20 flexiones, se tiró al suelo y yo me quedé mirándolo frío, impasible. Me quité las gafas de sol mientras lo veía respirando rápido en el suelo.

-Si eso es todo lo que sabes hacer, creo que no eres digno de estar en el Ejército de los Estados Unidos. Dime tu nombre.

-Yo... Austin. Austin Mahone.- Se levantó sacudiéndose el polvo de su uniforme y yo le miré a los ojos fijamente.

Ejercito ( Riverduccion)( En Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora