Capítulo 22.

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[Hogar de Naruto]

Akeno, Rías, Koneko, Sona y Tsubaki estaban sentadas en la mesa, listas para desayunar. Akeno se acomodó su cola de caballo, viendo a la rubia ex monja en la cocina, terminando el desayuno para todos.

Mientras tanto, en la habitación de Naruto, estaba el mismo sentado en el borde de su cama totalmente desnudo, teniendo a Xenovia acostada a mitad de la cama con una mala postura, y con la sabana tapando solo su trasero.

El pelinegro tenía los ojos cerrados, mientras respiraba lenta y profundamente, sintiendo un profundo dolor de cabeza.

'Esta sensación de mierda… Es como aquella vez’.

La estrella de seis puntas se manifestó en sus ojos, antes de esfumarse en un segundo.

Sacudió su cabeza y se levantó, sintiendo a Xenovia detrás de el despertarse poco a poco. La peliazul se limpió los ojos con sus manos, viendo a Naruto agarrar su ropa y caminar rumbo al baño solo con sus bóxer puestos.

Sonrió y se levantó, caminando hacía el mismo baño.

30 minutos después, ambos bajaron, ya bañados, vestidos y perfumados. Naruto se acercó a Sona, que era la más cercana y ya lo estaba viendo, y le dio un beso, correspondido por la Sitri.

“Buenos días, mi amor”.

Lo mismo se repitió con Tsubaki, Koneko, Rías y Akeno, hasta que fue a saludar a Asia, que estaba terminando de preparar otro café.

La rubia sonrió y abrazó a Naruto por el cuello, poniéndose en puntas de pie para besarlo con pasión, mientras Naruto la abrazaba de la cintura.

Akeno y Rías vieron la leve sonrisa de Koneko extrañadas, algo que Sona y Tsubaki también notaron. Xenovia estaba desayunando con una sonrisa feliz, casi brillaba.

“¿Has dormido bien, cariño?”

Ahí todas notaron que Asía no se despegó de Naruto, que estiró la mano para apagar la hornalla con el café al notar que ya estaba listo, pero no quitó sus ojos.

Uno pensaría que ellas estarían celosas de ver a Naruto y Asía tan pegados, y no estaría equivocado. Era un instinto básico inevitable por su sangre demoníaca, querer algo solo para ti mismo.

Sin embargo, todas estaban madurando a un ritmo acelerado. Naruto les daba atención a todas, a veces más a una que otra por momentos, pero no descuidaba a ninguna.

Él estaba creciendo tanto como persona y como demonio, y era más maduro mentalmente que ellas. Estaban aprendiendo de el, que las llenaba de confianza, seguridad y paz, para generar un ambiente igual.

Un ambiente sano, sin celos o toxicidad.

……..

Mientras las chicas iban a la Academia, Naruto tenía un trabajo que hacer.

Un trabajo inesperado.

…….

Esta noche es de travesuras, esta noche hazme travesuras~

Un Ferrari Rojo con los vidrios polarizados aceleró a máxima velocidad por la ruta, esquivando autos de policía y civiles con pura maestría. La música resonó con fuerza, llamando la atención de muchos al notar también como un helicóptero los seguía en lo alto.

“¡Tú, el del Ferrari Rojo! ¡Detente ahora antes que nos veamos obligados a abrir fuego!”

La única respuesta que recibieron desde el helicóptero, es un dedo medio levantado de una mano que asomó por la ventana, antes de que vuelva a cerrarla.

Luz de Lujuria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora