Calidez

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El invierno parecía arrasar con mi cuerpo, estaba abrigado con unos guantes, bufanda y gorra de lana. Aún así sentía mis orejas junto a mis manos frías, fingía estar bien pero por dentro estaba muriendo, eso sonó algo deprimente ¿No?

La verdad es que depende del contexto, en este caso parece que estoy en el proceso de convertirme en un muñeco de nieve, estoy "Muriendo de frío" no esperemos que está historia se torne oscura, espero que no, en fin. Parece ser que estoy solo en el salón, me propuse venir temprano por una buena razón, una simple curiosidad, quería ver si Takagi se apresuraba en venir al no encontrarme de camino ¿Extraño no?

Ya llevo un tiempo esperando una respuesta a estos sentimientos que me carcomen por dentro, porque si, ya soy consciente de ellos.

- Hey Nishikata.

Oh...allí estás...la vi asomándose desde la entrada, mis mejillas se tiñeron carmesí y sentí una inmensa calidez recorrer mi cuerpo, parecía que el frió que me ahogaba empezaba a disiparse.

- Takagi-san...

Al escuchar su nombre se dibujo una sonrisa en sus labios, camino hasta el pupitre de al lado mío y se sentó juntando sus manos, las frotaria después para así calentarlas del frío.

- Fu...

Su presencia siempre tenía ese efecto en mí. No importaba el frío exterior, con Takagi cerca, siempre había un calor especial que me envolvía. Mientras ella frotaba sus manos, noté cómo su mirada juguetona se posaba en mí, y su sonrisa, aunque inocente, siempre llevaba consigo una broma lista.

Mientras Takagi frotaba sus manos, la observé de reojo, intentando disimular mi nerviosismo. Ella levantó la vista y sus ojos brillaron con esa chispa traviesa que conocía tan bien.

- ¿Qué haces aquí tan temprano, Nishikata?  — preguntó con una sonrisa—

Tomé una bocanada de aire, tratando de mantener la compostura.

- Ah, nada en especial... solo quería evitar el frío de afuera —mentí, sabiendo que ella probablemente no se lo creería —

Takagi ladeó la cabeza, evaluando mi respuesta. Sabía que no era del todo convincente, pero antes de que pudiera decir algo más, ella se inclinó un poco más cerca.

- ¿Estás seguro? Porque pareces bastante preocupado por algo —susurró, con esa voz que siempre me hacía sentir vulnerable —

Sentí que el calor en mis mejillas aumentaba. Cada vez que Takagi se acercaba tanto, me era difícil pensar con claridad.

- De verdad, solo quería llegar temprano  — insistí, aunque mi voz temblaba un poco —

Ella dejó escapar una pequeña risa y se reclinó en su asiento, sin dejar de mirarme, esto era cosa de todos los días.

- Está bien, te creeré por ahora — dijo, aunque su tono sugería que no había terminado de jugar conmigo —

La clase comenzó a llenarse, pero la presencia de Takagi a mi lado seguía siendo lo único en lo que podía concentrarme. Traté de enfocarme en mis apuntes, pero mi mente volvía una y otra vez a ella, preguntándome si algún día sería capaz de expresar lo que sentía sin tartamudear o sonrojarme.

Cuando el profesor entró y la clase comenzó, Takagi me lanzó una última mirada y sonrisa antes de centrarse en su cuaderno. Sabía que esto no había terminado. Con ella, nunca terminaba. Pero en el fondo, creo que eso era lo que más me gustaba de nuestra relación, esa constante lucha que nos mantenía siempre cerca, aunque ninguno de los dos lo admitiera abiertamente, espera ¿Ella acaso...?

Tus bromas me enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora