Retrato

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El timbre de la escuela resonó con su habitual estruendo, marcando el inicio de una nueva jornada. Me dirigí al aula con la cabeza en las nubes, aún arrastrando el sopor de la mañana. Me senté en mi lugar habitual, tratando de ordenar mis pensamientos cuando la profesora entró con una hoja de papel en la mano.

— Hoy comenzaremos un nuevo proyecto —anunció, con una sonrisa que parecía contagiosa—. Tendremos que hacer retratos de nuestros compañeros de clase.

Mis ojos se abrieron un poco más al escuchar el anuncio. Retratos. La idea parecía sencilla en teoría, pero de pronto solo pude pensar en una persona, Takagi. La sola mención de su nombre me hizo pensar en lo que podría implicar para mí el hacer esto.

Tomé mi cuaderno de bocetos y un lápiz, intentando centrarme en las instrucciones mientras mi mente divagaba hacia lo que me esperaba. El proyecto requería no solo que dibujáramos a alguien, sino que también capturáramos su esencia, lo que hace único a esa persona. A medida que pensaba en eso, no podía evitar preguntarme cómo podría capturar lo que Takagi realmente significaba para mí. La realidad me golpeó con la claridad de un balde de agua fría, el retrato no sería solo una tarea artística, sino una prueba personal.

— Elige a alguien que sientas que conoces bien —continuó la profesora, interrumpiendo mis pensamientos—. Puede ser un amigo cercano o alguien con quien tengas una buena relación.

Inmediatamente, me sentí atraído por la idea de dibujar a Takagi, esto iría muy lejos en nuestra relación, si se lo dijera, ¿Me jugaría una broma?

"¿Acaso siempre estás pensando en mí Nishikata?" Si, eso es algo que ella diría.

A medida que me sumergía en el proyecto, traté de imaginar cómo iba a enfrentar la tarea. Me preguntaba si Takagi también me vería como algo más que un simple compañero de clase. Me perdí en pensamientos mientras mi lápiz se movía de manera casi automática sobre el papel, trazando líneas sin rumbo fijo.

La campana del receso sonó, y mi mente se despejó cuando vi a Takagi acercarse con una sonrisa juguetona. A pesar de mi malestar con la situación, no pude evitar que un rubor leve se extendiera por mis mejillas. Me esforzaba por parecer casual, pero sabía que estaba fallando miserablemente.

— Hola, Nishikata —saludó Takagi, su mirada curiosa se poso sobre mí—. ¿Cómo va el proyecto?

Su voz era como un susurro cálido en medio del bullicio de la escuela. Me di cuenta de que no podía escapar de la realidad, ella estaba aquí y, con ella, todos mis sentimientos confusos y complicados.

— Eh, más o menos —respondí, tratando de mantener mi tono ligero—. Apenas he comenzado.

Takagi se inclinó hacia mi mesa, mirando curiosa los bocetos inacabados que yacían allí. Sus ojos brillaban de interés, lo que me hizo sentir aún más incómodo. Era imposible ignorar la sensación de nerviosismo que me recorría mientras ella se acercaba.

—¿Sabes? —dijo Takagi con una sonrisa pícara—. Podrías hacerme el retrato a mí. Creo que eso lo haría más interesante.

El comentario me sorprendió. Mi corazón dio un vuelco, y me encontré incapaz de articular una respuesta coherente. Mis pensamientos se agitaron como un torbellino, luchando por mantenerse enfocados.

— ¿De verdad? —pregunté, tratando de ocultar el temblor en mi voz—. Bueno, creo que eso podría ser una buena idea.

Takagi sonrió aún más, como si estuviera disfrutando de mi incomodidad.

— Entonces, es un trato. Estaré esperando ese retrato —dijo, antes de girarse y alejarse con su andar despreocupado—

Mientras la observaba alejarse, me sentí atrapado entre la euforia y el pánico. Había algo en su mirada que me decía que este proyecto sería más que solo un dibujo.

Tus bromas me enamoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora