Capítulo 1

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Me despierto con el fuerte timbre de la alarma, que lo único que hace es ponerme de mal humor. La apagué antes de que vengan a reclamar por el "ruido" al que yo llamo música.

Con todo un esfuerzo me levanto de la cama y voy al baño. Me saco mi pijama y me meto bajo la lluvia artificial que recorre todo mi cuerpo haciendo que me relaje. En lo único que puedo pensar es qué torturas me esperan hoy.

Despejo mi mente de esos pensamientos y salgo de la ducha. Me pongo mis jeans negro, mis Vans negras y un swetter bastante grande que no deja ver ninguna figura de mi cuerpo.

Seco mi cabello, lo aliso y lo despeino un poco así tapa parte de mi cara. Luego bajo a desayunar antes de que los demás se despierten.

Para mi sorpresa las luces de la cocina estaban prendidas, cuando me acerco noto que mi "querido hermanito" está desayunando tranquilamente en la barra, hasta que me ve.
El solo deja su plato con los restos y se va a trabajar en un nuevo álbum con su banda como todos los días.

Mierda, no dejó nada más que los restos, se comió todo. Mejor no como nada y me voy.

Apenas salgo de casa saco de mi mochila un pequeño paquete y de él saco un cigarrillo y un encendedor. Lo único que hago es prenderlo y dejar que mate mis pulmones de a poco. Nadie sabe de esto, ni siquiera mis padres, aunque no es raro que no se den cuenta de mi existencia.

Cuando estoy a unas cuadras del colegio, solo apago el cigarrillo, lo tiro quien sabe donde y hago como si nada.

Entro al gigante edificio y ya me siento vacía, sin vida, como si solo ocupara un lugar sin importancia (eso es lo que es en realidad).

La primera clase es química con el insoportable profesor Diggs que lo solo se une a las burlas de mis compañeros. Le dije al director sobre esto pero ya hace 3 años que no mueve un dedo.

Entré al salón y ubiqué mi asiento preferido, al fondo y al lado de la ventana. Cuando me estoy por sentar siento una mano tirándome al suelo haciendo que mi pierna golpeara fuertemente con la pata de la mesa.

—Ups, miren, la enferma se calló. — se burló la rubia teñida de Rachel.

Sus acompañantes y algunos más empezaron a reír.

— ¿Que quieres ahora Rachel?— dije levantándome.

—Nada, solo me gusta molestar—suspiró—Oh _____, que miserable eres, ¿por qué no te mueres de una vez y nos haces un favor a todos?

Como vio que yo no hacía nada, solo se fue con su grupo.

Me acomodé en mi lugar y me puse mis auriculares para dejar mi mente en blanco hasta que comenzara la clase. Pero era imposible, solo podía pensar en todas las cosas que me dijeron desde que entré a este colegio. De repente una lágrima se deslizó por mi mejilla, solo me sequé la cara y la tapé más con mi cabello negro azabache.

—Buenos días alumnos —dijo el profesor.

—Buen día — respondió el salón.

—¿Qué tienen de buenos?—susurré.

— ¿Tiene algo que compartir con la clase señorita Radke?

—No— hablé lo suficientemente alto para que me oyera.

Rachel levanta la mano.

—Si?

—Déjela profe, ella solo quiere llamar la atención. Pero no se da cuenta de que solo es una zorra que anda por ahí.

Eso me dolió, no quería llorar, pero fue inevitable. Las lágrimas se empezaron a derramar y mi ojos se empezaban a poner rojos.

Agarré mis cosas mientras que los demás y el profesor se reían de lo que había dicho Rachel.

Cuando salgo del salón corriendo, me choco con alguien. Me detuve a observar quien era, era un chico que llegaba tarde a la clase. No le dí mucha importancia y seguí corriendo.

—¡Espera!

Escuché la voz del joven detrás de mi, pero yo solo quería escapar de esta prisión que llaman escuela.

Después de caminar varias cuadras y tras haber fumado unos dos cigarrillos llegué a mi casa. Pero antes de entrar, saqué un perfume que tenía escondido en la mochila y me bañe en él para disimular el olor.

Por suerte, al entrar noto que no hay nadie. Como me encanta estar sola en casa, es como un refugio del exterior cuando no están mis padres en él.

Dejo la mochila tirada en el suelo de mi cuarto al igual que la campera y voy a tomar un baño.

Prendo las luces y cierro la puerta con seguro, para que nadie moleste. Me desprendo de toda mi ropa. Abro el agua de la tina y dejo que fluya hasta que se llene.

Cuando ya estaba lista entré en ella y me fui sumergiendo dejando los brazos a los costados de esta y la cabeza descubierta.

Sin darme cuenta miro mis brazos, veo que las cicatrices sanaron rápido, solo quedan las marcas. Sentí un impulso y agarre una pequeña navaja del bolsillo de mi pantalón que había tirado al suelo. Solo empece a rallar mi brazo con cortaduras profundas y algunas superficiales.

Por alguna razón me sentía liberada cada vez que lo hacía. Veo la sangre caer por mi brazo dejando gotas en el agua de la bañera. Metí los brazos dentro de esta para limpiar la sangre de el.

Termine de darme ese baño relajante así que salí y me vestí. Limpié mis heridas y las tapé con un poco de maquillaje que hacía que ardieran un poco. Pero aún no se cubrían y algunas estaban a punto de volver a sangrar. No le di importancia y me puse una remera manga larga bastante grande.

Bajé a la sala y ordené una pizza ya que no desayuné.

Al rato llegó el repartidor, le pagué y me fui a recostar al sillón a ver unas películas. A ver, son las 11:00 am y mi "familia" llega del trabajo a las 12:00 am, mejor me apuro antes de que este pequeño paraíso termine.


Bullying {Andy Biersack y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora