¿Asistente?

13 1 0
                                    

Harry abrió sus ojos alarmado, sentía el peligro pero no estaba seguro porqué, a su alrededor había paredes grises y frías que formaban un corredor solitario. Su fuerte respiración hacia eco y temió que su ubicación fuese descubierta, no recordaba de qué estaba huyendo. Una ráfaga de aire lo atravesó y supo que debía volver a correr, sus fuerzas se agotaban y no encontraba salida a ése escalofriante lugar, sentía sus sentidos en alerta y su mirada se turnaba entre buscar alguna puerta y ver cuan lejos estaba de esa presencia. 

Una puerta se materializó frente a él y no dudo entrar en ella, por un momento creyó estar a salvo pero una voz que no había escuchado en bastante tiempo resonó en la habitación.

—Harry Potter, que inesperada sorpresa debo decir. No creí verte aquí tan pronto, ¿el niño dorado dejó de ser bueno?— habló un chico como de 17 años, se encontraba sentado a la mitad de una sala sombría, su voz sonaba divertida aunque su mirada demostraba lo contrario.

—¿... Tom? Pero, ¿Cómo... Qué estás haciendo aquí?— respondió Harry, su mirada escaneo todo el lugar ansiosamente, tenia cierto parecido a la sala común de Slytherin pero mas pequeña. Estableció su atención en el moreno frente a él.

—Merlin, eres tan irritante como lo recuerdo, pero por desgracia ni yo se las respuestas. Llegué aquí después de nuestro duelo, me enfrenté con la entidad tenebrosa y pronto me encontré con este refugio, ahora aquí estamos. Aunque debo admitir que recuperar mi joven cuerpo es grato, pero es molesto que no haya salida de este lugar.— dijo Tom, parecía más interesado en la forma de su mano que en el chico ahora parado frente a él.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?— lanzó Harry, decidió que era mejor resguardarse detrás de un sillón frente al chico presuntuoso, por si necesitara salir de improvisto. A su derecha se encontraba la chimenea, sus llamas ardían con intensidad pero extrañamente pensó el moreno no sintió el calor de éste. 

—Años, décadas, siglos, la verdad no tengo idea, aquí no hay tal cosa como el tiempo pero debo decir que lo suficiente para saber que este lugar es el infierno.— contestó Tom.

—Nunca pensé oirte usar un término muggle— respondió el chico, su semblante retaba al mayor, no obtuvo la respuesta que esperaba.

—Bueno, supongo que la sangre es pesada. Pero sigo creyendo que no son dignos de pertenecer al mundo mágico, hay demasiado en riesgo aunque no lo creas. El secreto y la pureza no solo protegen la supremacía de los sagrados 28.— terminó el joven mientras trazaba unos círculos en el brazo del sillón.

La respuesta de Harry se vió interrumpida cuando un ráfaga de viento entró azotando la puerta de la habitación junto con un grito de una mujer. Su voz sonaba desgarradora y terriblemente conocida, era Marleen, sus piernas se movieron más rápido que su cerebro, captó el fuerte resonar de sus pisadas contra los nuevamente silenciosos pasillos. Pero no podía detenerse, su mente no dejaba de buscar ése grito, solo siguió corriendo, sus latidos llenando el ensordecedor silencio.

⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡⚡

Cuando Harry se despertó esa mañana, sus piernas dolían bastante, su cabeza zumbaba con insistencia. La poca luz que entraba por el cristal de su habitación fue suficiente para que el chico deseara no salir de la cama, sin embargo, un toque insoportable en la puerta le informo que éso no sería posible. Parado detrás de ésta se encontraba el prefecto de la casa, con un mensaje para él.

—El jefe de casa requiere de tu presencia en su despacho en 20 minutos. No llegues tarde.— termina el chico antes de seguir su camino a la sala común. Un gruñido bajo salió del menor tras haber cerrado la puerta, después de un rápido baño y cambiarse salió de su habitación en busca de la oficina de Snape.

Harry pensó que más vale que alguien se estuviera muriendo como para ser despertado de ésa manera en un sábado o si no pronto alguien moriría de verdad. Su pasos aunque cortos y desganados resonaron con ritmo por los vacíos pasillos de las mazmorras, su aspecto había mejorado bastante y ya no se frustraba tanto a la hora de arreglarse, su ropa consiste en unos jeans negros altos y una simple playera negra debajo de su túnica del colegio.

Tocó la puerta de la oficina de Snape y tras la corta respuesta procede a abrirla. Un inmediato olor herbal inundó sus fosas nasales, principalmente a belladonna y ajenjo, aunque también pudo distinguir un extraño olor a menta.

—Buenos días Potter, esperaba que tardarías mucho más en llegar pero ya que estás aquí es conveniente. Trae los archivos del gabinete y sientate frente a la mesa de trabajo.— habló el profesor. Harry solo asintió con la cabeza en una silenciosa respuesta, ciertamente intrigado por el adulto y su baja hostilidad.

—A partir del  próximo lunes serás uno de mis aprendices, después de tus clases vendrás a mi oficina y serás el encargado de ordenar el papeleo de los ensayos y tareas del día, así como organizar el material y stock del salón. Después de éso, me asistirás durante la preparación de diversas pociones e investigaciones. Evaluaré tus habilidades y decidiré cuando sea prudente dejar que dirijas un proyecto. ¿Estás comprendiendo todo lo qué digo Potter?— finalizó Snape, el rostro de Harry estaba contorsionado en una ligera expresión de sorpresa que contrastada con la palidez de su piel, su estupor solo aumentó al ver que el profesor hablaba en serio.

—Señor, con todo respeto ¿a qué viene todo esto?, ¿porqué quiere que me convierta en su aprendiz?— respondió el moreno, su mirada se dirigió a los papeles en la larga mesa, cuyas notas hacían referencia a una mejora de la poción matalobos, —no me malentienda, no es que desconfíe de mis capacidades pero, ¿porqué tal repentina decisión?— continúo el chico.

—El director me ha informado de tu avanzado aprendizaje y ha solicitado que desarrolle un plan de estudio especializado para complementar tus campos de interés para el futuro. No fuí informado sobre cuáles son tus planes y considero que es muy temprano para que comiences alguna especialidad, por tanto estarás en un periodo de prueba mientras evalúo tus conocimientos.— terminó el profesor, su mirada estudio al menor por unos segundos antes de ponerse de pie y caminar al rededor de sus calderos. Harry concluyó que alguna negativa estaba fuera de discusión, invocó una pluma y libreta muggle para tomar notas de las instrucciones y observaciones que su profesor le daba, hasta que llegó la hora del desayuno y Snape lo despidió por el resto del fin de semana.

En su camino a su sala común se encontró con una escena muy interesante, una chica mayor con el uniforme de Ravenclaw y un chico de Hufflepuff bastante familiar tenían la seción de besos más incómoda que había visto en sus vidas (aunque ahora que lo recordaba su beso con Cho les hacía competencia).

El chico que se encontraba contra la pared del pasillo rápidamente se dió cuenta de la presencia de Harry y apartó con bastante fuerza a la otra chica que terminó en el suelo, el moreno formó una sonrisa burlona viendo como la chica se levantó en sollozos y huye de la escena.

—¿Tan horrible fué?— no pudo evitar preguntar al otro chico con una corta risa, cuando sus miradas conectaron pudo distinguir el pánico en el otro, sin pensar mucho se acercó y colocó su mano en el exterior de su bícep izquierdo y lo apretó de forma consoladora.

—No te preocupes tanto, puedes siempre disculparte y esperar que no te mate.— terminó el moreno para continuar con su búsqueda de su querido Draco en la sala común. Lo que no sabía es que Cedric ya no tenía pánico por lo que hizo, pero ahora lo sentía por la revelación que dejó el moreno en su brazo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 16 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Segundas Oportunidades Donde viven las historias. Descúbrelo ahora