Tren de chocolate

69 6 0
                                    

La mañana del 1 de septiembre, Harry se encontraba muy feliz por su regreso a Hogwarts (técnicamente es su primer año). No le sorprendió que su varita fuera la misma que en su otra vida, su magia por otro lado era más fuerte de lo supuesto para alguien de 11 años.

Empacó toda la ropa que había comprado y unas cuantas cosas extras para una emergencia, creyó exagerar un poco la cantidad de maletas, pero lo pensaba necesario por todos los regalos que compró a sus futuros amigos y los Weasley (los cuales después encontrará la forma de dar en anónimo).

Harry recordó su primer ajetreado viaje y una sonrisa se dibujo en su rostro. Su nerviosismo había inundado su humor, la amabilidad de Molly le entristeció y la aparición de Draco no ayudó mucho. Pero la maravilla de ser testigo de la magia y Hogwarts sobrepasa cualquier momento.

Registro la hora y decidió salir un poco antes, ya que aunque deseaba ver a los pelirrojos, debía encontrarse con un rubio para hablar. Aplicó un hechizo de ligereza y levitación en sus maletas y procedió a entrar en la chimenea.

El moreno aterrizó algo torpe, el peso extra no ayudaba con su equilibrio. Habiendo tomado un carro para sus cosas, se dispuso a recorrer el tramo hacia la plataforma 9 3/4, fue estando cerca que reconoce a una familia, los Malfoy. Lucius Malfoy usaba un traje negro de talle que cortaba su respiración, aunque no pareciera necesitarlo. Narcisa vestía un vestido azul cobalto que resalta su piel blanca y sus ojos grises, una característica que fue heredada al último de ellos, Draco. El chico se veía estupendo, tenía puesto una camisa verde y pantalón negro, ambos de gran costura y calidad, su cabello peinado hacía atrás resaltaba sus facciones.

Harry se obligó a espabilar y caminar en dirección de la familia. Estando lo suficientemente cerca para escuchar sus voces, llamó la atención de ellos con una leve tos.

—Buenos días señor y señora Malfoy, heredero Malfoy.— se inclinó en señal de saludo.

—Buenos días joven.— contestó Narcisa, mirando curiosa a su hijo, quién se puso rojo de vergüenza al ver  al chico. —Disculpe la rudeza pero ¿Quien es usted?— Draco pareció haber reaccionado porque de inmediato se puso frente a sus padres y habló.

—Padre, madre, les presento a Harry Potter, heredero. Harry, ellos son mis padres Lucius y Narcisa Malfoy.— la sorpresa fue evidente por unos segundos cuando la usual máscara Malfoy se asentó.

—Un gusto Potter. Supongo que ya conoces a mi hijo, quien claro no te menciono.— dijo Lucius, su reprimida molestia disfrazada de una actitud civilizada.

—No se moleste, estoy seguro de que el joven Malfoy no oculto adrede nuestro breve encuentro. Principalmente cuando yo todavía no me he presentado como tal a la sociedad.— repuso Harry.

—Vaya, es evidente que conoces la etiqueta. Dime querido, ¿quién te enseño? Después de la desgracia de tu familia, hubo rumores de que vivías con tu familia muggle.— decía Narcisa.

—Es cierto. Sin embargo, algunos meses atrás dejé la casa de mis tíos para vivir en Potter Manor, dónde tuve la oportunidad de estudiar por cuenta propia mis deberes como heredero. Me halaga con su comentario señora Malfoy, demuestra el valor de mis estudios.— respondió Harry.

—Puedes llamarme Narcisa querido.— facilitó la mujer.

—Gracias por el honor, de igual manera puede decirme Harry.— replicó el moreno.

—Creo que deberíamos entrar a la estación antes de que se acumule la gente.— dijo Draco antes de dirigirse al pilar.

—Buena idea. Vamos cariño.— corresponde Lucius. Harry logró pasar después del rubio y prosiguió a seguirlo a los últimos vagones.

Segundas Oportunidades Donde viven las historias. Descúbrelo ahora