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La dinámica recién descubierta entre Martin y yo no paró, sino que aumentó considerablemente. Cada vez que pasaba era un granito de arena metido en un reloj, a punto de estallar. ¿Quería parar? La verdad es que cada vez lo tenía menos claro pero aún así se sentía como algo erróneo. No era raro para ninguno de los dos interrumpir quehaceres para encontrarnos clandestinamente, lo cuál era bastante irónico. ¿No es el punto de que algo no sea casual el hecho de que tu vida sigue siendo la misma? En teoría así era, pero yo había dejado de ver películas a menos que las viese con él. Era como nuestra "cosa" y empezaba a sentirme un poco ridículo por ello. Especialmente cuando quedaba con mis amigos y me negaba a ver algo porque le había prometido a Martin verlo juntos, claro, poniéndoles excusa, pues no pensaba aceptar en voz alta que algo estaba pasando entre Martin y yo. Ni siquiera que estabamos hablando.

Estaba sentado dentro del coche esperando cuando alguien le dió tres toques a la ventanilla. Era un poco infantil, lo de inventarse un código para entrar. Sin embargo, hacía su función perfectamente. Quité el seguro de la puerta, y entró rápidamente, quitándose la capucha.

"Esto de que tengas un coche con las ventanillas tintadas es increíble." Me dijo antes de lanzarse a mi boca, como ya era costumbre.

"Cosas de mi padre, ya sabes perfectamente cómo es." Señalé. Si bien hacía mucho que no se veían, mi padre tenía una personalidad bastante característica.

"No hables de tu padre mientras nos liamos por favor." Me interrumpió Martin con el ceño fruncido antes de continuar.

Fui incapaz de pararlo en un rato bastante largo, perdido en las sensaciones y sin capacidad lógica de argumentación.

"Martin deberíamos parar." Afirmé contundentemente. "Si mi equipo se entera de esto, voy a perder toda la seriedad que me pueda quedar. Os odian, especialmente a tí, porque no paramos de recibir faltas de respeto de tu equipo y creen que no les dices nada. Tenemos que pararlo cuanto antes, esto no va a ninguna parte. " Dije firmemente , después de darle vueltas a mi cabeza. Martin hizo caso omiso a mis palabras y siguió a lo suyo.

"Martin... por favor." Imploré entre besos. "Esto es serio."

"¿Qué quieres que te diga? Parar por eso sería una tontería porque nos lo estamos pasando bien, sin más. No tenemos que complicar tanto las cosas, déjate fluir. No te van a destituir porque nos estemos liando."

"No me puedo dejar fluir porque tengo que mostrar cierta profesionalidad que no se ve reflejada en mis actos. Mi futuro es más importante que esto, lo siento Martin." Insistí, viendo que él no pensaba ceder

"Tu problema es que sobrepiensas mucho todo. Igual si dejases de hacerlo las cosas te irían mejor." Me respondió Martin con la sonrisa borrada de la cara. "Has cortado todo el rollo para nada."

"Martin no eres mi prioridad. Tengo que centrarme en lo que me importa." Traté de ser asertivo y en consecuencia recibí una mirada de desdeño. "Siempre es lo mismo contigo, es para flipar. Sal de mi coche." Le ordené, cansado.

"Tú y tus problemas de evasión."

"He dicho que te salgas del coche." Repetí, más alto.

Después de vacilar un poco, Martin se volvió a poner la capucha y salió del coche, dando un portazo fuerte.

Dió un par de toques a mi ventanilla y la bajé resoplando.

"¿Qué coño quieres ahora?"

"Ya volverás después cuando te sientas sólo y quieras llorar, como siempre." Me reprendió. "Solamente te quería desear buena suerte para la junta deportiva de después."

Tragué saliva y asentí. Cuando se dió la espalda, subí la ventanilla de nuevo y eché mi cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo del coche, intentando no llorar. A pesar de mis intentos, en el momento en el que una lágrima empezó a descender por mi mejilla, supe que se estaba rompiendo el muro y que iba a llorar. Así fue; mis lágrimas empezaron a descender en cascada, liberando y purgando todo lo que sentía por dentro. Después de tanto tiempo sin hacerlo, fue catártico.

Sabía que estaba siendo un poco irracional y especialmente impulsivo hablando así a Martin, por lo que decidí mandarle un mensaje. "Lo siento mucho. No debería haber sacado el tema así, pero se me está haciendo bola y no sé qué hacer."

La respuesta, apenas tardó un par de minutos en llegar. "No pasa nada. Entiendo que estés estresado por el tema y lo siento por haber seguido cuando claramente estabas afectado. ¿Quieres pasarte por mi casa esta tarde? Podemos hablarlo. O no. Es tu decisión. De todas maneras nos vemos en la junta, así que ya me dirás."

Respiré hondo, temblando ligeramente. Aparté mi móvil y me limpié el rastro de lágrimas secas que quedaba sobre mis mejillas.

Cada día me intentaba convencer de que podría parar esta situación cuando quisiese, pero en el fondo era muy consciente de que la verdad me consumía por dentro y es que estaba demasiado metido como para salir de ahí por las buenas.

Antes de salir del coche, esperé a que bajase un poco la inflamación y no se notase que había llorado. No quería un escarnio público por esa tontería. Además, el día era bastante importante, pues tenía una reunión que iba a dictaminar finalmente qué fondos se iban a destinar al equipo.

Con un último respiro de aliento, puse la mano en la manilla para abrir la puerta y salí fuera, esperando que el aire me diera en la cara y de manera mágica aclarase mis ideas.

El día estaba nublado, y acompañaba perfectamente mi estado de ánimo. Estár en un aparcamiento de grava tampoco lo solucionaba mucho, pintando al completo un paisaje completamente hostil y gris.

Decidí ir andando hacia la facultad de ciencias del deporte, que es donde se iba a realizar la junta en la que finalmente nos confirmarían la financiación o no, y para qué mentir, mis expectativas eran bajísimas.

illicit affairsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora