Ana

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– ¿Puede contarme un poco de sus amigos? – preguntó el detective Lee.

Ana asintió mientras se sorbía los mocos. Se contempló las manos y luego contempló las manos del detective.

– Sé que son raros, pero son buenos... Sólo son un poco idiotas – dijo –. Son buenas personas, ellos jamás asesinarían a nadie.

– ¿Y Barry? 

A Ana le temblaron los labios, volvió a echarse a llorar.

– Barry tiene un desorden de personalidad, sé que suena poco ortodoxo, pero así es él.

– ¿Poco ortodoxo? – Lee frunció el ceño –. Hacer bromas respecto al asesinato de una compañera, ¿es poco ortodoxo?

Ana negó con la cabeza. 

– ¿Usted cree que haya sido él? 

El detective le tocó el hombro y la miró con firmeza.

– ¿Tú lo crees? 

Ana se cubrió la boca con una mano, llorando más fuerte.

– ¡Es una buena persona! 

– ¿Fuiste con ellos al concierto?

Ana volvió a negar. 

– No, yo estaba estudiando para mi examen.

– ¿Examen? ¿Van en la misma carrera? 

Ana negó otra vez.

– Yo estudio literatura. 

– ¿Cómo los conoció a todos?

– A Anthony y Jack los conocí en un curso de arte contemporáneo y a Barry lo conocí gracias a ellos...

La mirada de la chica se iluminó de pronto.

– ¿Detective Lee? 

– ¿Sí?

– Le mentí – anunció Ana.

El hombro la observó sorprendido.

– Francis y yo salimos por un tiempo.

– ¿Eran pareja?

Ana asintió.

– Era un secreto... 

Por favor, señor GhostfaceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora