Capítulo 9: Ella no es mi amiga

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Cada pedazo de mi corazón se desploma en el suelo. Amo tanto a Hayley que no sé si algún día podré perdonar que no confiara en mí cómo siempre creí. Camino con los ojos hinchados y rojos cómo la sangre que brota de mi corazón hecho añicos. Jamás pensé que la persona que más amaba y admiraba me terminaría ocultando tantas verdades. Me siento tan traicionada que puedo llegar a pensar que los momentos lindos que pasamos nunca fueron reales.

No la conocía como creía, no era la chica confiable y amable que por años me hizo confiar. El callejón está solo y desolado, parece no tener fin. Me siento en la acera y lloro con el rostro entre mis manos. Ni siquiera llevo conmigo el móvil y los auriculares. ¿En serio cómo pude llegar a sentirme bien? Soy una imbécil, nunca termino de entender que no estoy destinada a ser feliz.

Un grupo de chicos fumando pasan por delante de mí y se me quedan viendo fijamente. Los ignoro y me pongo de pie para continuar caminando en dirección contraria. Los nervios se apoderan de mi cuerpo cuando noto que no dejan de seguirme silenciosos. Apresuro el paso con el corazón martillándome en el pecho con fuerza.

Doblo en una esquina que para mi mala suerte conduce a otro callejón desolado. Mierda, lo que me faltaba. Seco las lágrimas en mis mejillas con la parte trasera de mis manos y casi corro cuando uno de los chicos desconocidos me agarra por la cintura desde atrás provocando que ahogue un grito y le de un codazo en el estómago.

Los demás acompañantes se apresuran en jalarme por el pelo fuertemente haciéndome retroceder y pegar un grito bastante alarmante que dejó mi garganta ardiendo. Pero ni siquiera eso los detuvo. Mis manos tiemblan a el descontrol al igual que mis labios por el miedo. Entonces recuerdo a mis amigas, ellas pasaron por lo mismo a mitad de la noche. Es cuando intento golpearles pero tienen tanta fuerza que ni tan siquiera puedo moverme debajo de ellos.

Todos se alejan para darle paso a un chico rubio de ojos claros, labios carnosos, nariz respingada y de aproximadamente 1.88 de altura. Este comienza a desabrochar su cinturón y los botones de su camisa negra. Retrocedo aún tendida en el suelo hasta sentir mi espalda chocar con una pared.

—No no no no, por favor no—le suplico entre lágrimas.

Sentir rugir una moto a sus espaldas me hizo suspirar y ponerme rápidamente de pie en cuanto los desconocidos se giran para ver de qué se trata. Me alejo lo más posible de ellos, es cuando mis ojos identifican a Eros detrás del casco. Sus ojos negros tan profundos son tan fáciles de reconocer para mí que una sonrisa de alivio amenaza con curvar mis labios. Desisto de ello y me quedo quieta en el mismo lugar. Está bajándose. Al ver esto, uno de los chicos se echa a correr perdiéndose callejón abajo.

Corro a esconderme detrás de Eros. Va completamente de negro, unos vaqueros, botas que sobre pasan sus tobillos y una sudadera, a demás de unas cadenas plateadas que cuelgan en su cuello. Como de costumbre, huele espectacularmente bien. Los nervios que hace un rato abandonaron mi cuerpo, regresan cuando me jala del brazo y me toma de la cintura pegándome a él.

Otra vez me parece un poco innecesario el acto pero no digo nada y me quedo inmóvil. El mismo chico rubio de antes, intenta hablar pero Eros reacciona antes, agarrándole del cuello y estampándolo en la pared con los ojos cargados de rabia e ira. Sus venas marcadas en sus manos y brazos provoca estragos en mi estómago.

-Sí te atreviste nada más a tocarle un pelo -le dice entre dientes apretando mucho más las manos en el cuello del chico que ahora no para de temblar-¡Sólo un maldito pelo! Estás muerto.

—Yo... —Eros le aprieta más impidiéndole pronunciar alguna otra palabra.

—Conocerás al verdadero Eros Anderson.

Más Allá Del Hilo Rojo (Libro #1) ✔️ (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora