Zeus estaba en su morada en el Olimpo viendo el mundo mortal desde la Esfera de los Dioses, un Lugar Metafísico donde vivían los Dioses de todas las Mitologías y donde se concentraba toda la magia, con sus amigos de otros Panteones Odín y Amaterasu...
Una victoria más de los Campeones contra Darkside, como habían predicó las Moiras. – dijo una mujer asiática sentada en un trono dorado, representaciones del Sol y el Universo estaban gravadas en su trono mientras vestía de manera antigua pero con una belleza sobrenatural.
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Tu hija se lucio Zeus, sin duda tu Hija en la tierra central tiene el potencial qué nosotros siempre buscamos. - dijo un hombre tuerto, una gran Barba negra y ojo azul brillando con inteligencia y astucia como un gran poder sin igual, un parche dorado en su ojo izquierdo.
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No mientas Odín, mi hija esta lejos de lograr lo que buscamos ver, solo saca provecho de mi sangre divina y no de la humana. - dijo Zeus un hombre fuerte y musculoso cabello gris y ojos azules, vestido con una túnica blanca y dorada junto a una imponente aura de poder que no cualquiera podría ignorar, junto a una corona en su frente.
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No es una sorpresa, incluso ahora con la gran cantidad de Héroes y campeones en el mundo ninguno ha logrado algo que nos sorprenda con nuestros dones. - dijo Amaterasu con calma mirando a Zeus quien frunció el ceño con molestia e ira, mirando la pantalla donde entidades de nivel superior repararon todos los daños en el multiverso.
Zeus miró a su hija quien logró plantarse contra una entidad que incluso lo superaba a él en poder pero aun así sentía que ella no cumplía con sus espectativas, no como semidiosa, sino como mortal, hacia un tiempo en una época demasiado lejana había visto un mortal lograr algo imposible, con un uso muy básico de la magia y un largo entrenamiento ese mortal que había sido olvidado en el tiempo logro algo imposible.
