Capítulo 2.

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02 de enero.

- Por supuesto.

Estaba tan entretenido observando las afiladas facciones masculinas de Samuel, que por poco y no escuché su respuesta.

Ah, claro, ahora mismo él debía pensar que era un mocoso muerto de hambre que solo estaba aquí para ganar dinero a su costa y así fomentar los vicios o adicciones; de seguro hasta pensaba que yo era drogadicto o algo por el estilo, y gracias a mi ropa andrajosa comparada con su -innegablemente costoso traje- no podía negarlo o siquiera defenderme de sus insultos no formulados verbalmente.

Me dediqué a sostenerle la mirada con toda la dignidad que tenía, que ya de por sí era poca desde que me habían echado de casa formando tremendo espectáculo para los vecinos.

Un pensamiento rabioso cruzó fugazmente por mi cabeza, y ése era el último grito de mi recientemente bajoneada integridad como persona: tomar mi carpeta transparente de vuelta, agradecer a Samuel por su cortesía, disculparme por haberle arrebatado su tan codiciado tiempo vilmente y salir de allí con la mochila a la espalda y los sueños destrozados, en busca de un puente bajo el cual pasar la noche. Había tomado la decisión, de hecho estaba a punto de abrir la boca cuando él lo hizo, me habló, sorprendiéndome gratamente con lo que me dijo.

- Felicidades, joven Hammond, el trabajo es suyo. -Me tendió su mano, la cual estreché agradecido, e incrédulo. Le sonreí. -Comienza mañana a las 8 am, pero le recomiendo estar un poco antes, pues hay mucho que hacer y no me gustaría que se atrasase en su primer día. Oh, y debe entregarme esto lleno cuando llegue.

- ¿Qué es esto? -pregunté, observando el documento de varias páginas que me entregaba Samuel. Él le restó importancia con un gesto indiferente de su mano.
- Política de la empresa. Son preguntas sobre usted, algunas personales y otras de sus habilidades y capacidades. Sus sueños, aspiraciones, lo que desea que esta empresa le aporte y lo que podría aportarle usted. Si siente que es muy personal, tan solo deje el espacio en blanco.

Me examinaba de arriba abajo con ojo crítico, intimidándome hasta el punto en que me removí incómodo en mi asiento, pero pareció no notarlo o no importarle. Su mirada de detuvo en mis pies, calzados por un par de zapatillas color rojo, viejas y manchadas de barro por la lluvia, chasqueó su lengua, y me sonrojé de la vergüenza.

- Y otra cosa más, no es necesario que traiga el uniforme, ya que no es técnicamente 'un empleado más', pero aún así aquí tenemos... cierto código de vestimenta. No puede usar sus ropas informales.

Me sonrojé aún más, obviamente porque Samuel habló con condescendencia de mi aspecto tratando de no ofenderme pero ser claro. Fue dulce, pero igual dolió.

- Lo... lo siento mucho, señor Millerstone, pero éstas son las únicas ropas que poseo. Como se lo dije antes, ando algo escaso de dinero y acabo de arribar a la ciudad así que...

Balbuceé incoherencias por unos segundos eternos, hasta que Samuel se sacó algo del saco y tomó por fin la pluma que estaba sobre la mesilla. Reaccioné al verlo tendiéndome aquel cheque que acababa de firmar y arrancar de su chequera de cuero marrón. La volvió a guardar dentro del saco de su traje mientras yo bajaba la vista, encontrándome con una cantidad exorbitante de ceros junto a un solitario uno.

- Señor Millerstone, no puedo... esto... esto es mucho dinero, yo no puedo aceptarlo.

- Claro que puede, lo necesita y yo se lo estoy dando. Si tan grande es su orgullo, entonces considérelo como su primer pago.

Por lo visto, Samuel Millerstone no era un hombre al cual le llevabas la contraria.

[...]

Logré hacer que aceptara el cheque, a regañadientes, después de un par de minutos más alegando que era una suma muy modesta e insignificante para mí; la verdad es que me había gastado el doble de eso en una cena el mes pasado. Luego de eso, me levanté de nuevo y señalé la puerta de mi oficina.

Meant to be truly love.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora