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En su búsqueda por el paradero de la flor azul del infierno, la luna superior tres llegó a la ubicación de un pueblo donde, supuestamente, podría encontrarla.

Era una localidad al norte del país, el viento de la noche soplaba con fuerza y sus cabellos se sacudían ante ella, sus orbes miraban aquel pueblo desde lo alto. Parado sobre las ramas de un árbol, admiraba la vista de los débiles humanos viviendo su corta vida nocturna.

Cuando todo se encontró en silencio y nada más quedó el rastro del humo de las antorchas al ser apagadas, empezó a moverse. Sus pisadas quedaban grabadas en la fría nieve bajo sus pies.

Al pasar por las casas más lejanas de ese pueblo, antes de siquiera ingresar por completo al poblado, el presentimiento de que algo andaba mal lo hizo desviarse de su camino original.

En medio de una oscura y triste casa alejada del resto, el sonido de llantos lo incitó a moverse más rápido.

La escena al entrar en ese hogar fue horrorosa, digna de un teatro de terror de la época, la sangre manchaba las paredes, había huesos humanos regados por el suelo y en medio de todo estaba una mujer agonizando.

Nunca le había fascinado el hecho de que los demonios asesinaran a las mujeres, por mucho que los "ayudará" a ser más fuertes, jamás se permitiría poner un solo dedo sobre la figura delicada y bella de una dama.

La mujer en el suelo tosió sangre, tenía una herida de gravedad en su costado izquierdo, estaba por morir. El demonio superior la miró con resignación, apretó sus puños pensando en dar un golpe certero para terminar con su sufrimiento, aún si eso le revolvía el estómago.

Entonces, el llanto que lo llevo ahí en primer lugar se volvió a escuchar.

Dirigió su mirada al pequeño bulto que se asomaba por la espalda de la mujer, unas diminutas manos se asomaron y unos ojitos llorosos lo miraron con miedo.

Se agachó a la altura del pequeño ser, inclinando la cabeza mientras estiraba su mano con cuidado hacia ese bebé, quien se asustó y empezó a llorar de nuevo a pesar de tocar levemente su rosada mejilla.

- Frágil y débil humana, la vida no es justa contigo siendo tan pequeña.

Los quejidos de la madre llamaron su atención, la volteo a ver y se encontró con dos orbes de un precioso turquesa que se apagaban con lentitud. La vio mover su mano hacía el, intentando tocarlo.

- Por favor... Por favor...

Susurros y murmullos, las lágrimas cayendo de sus ojos, sin poder detenerlas.

- No le hagas daño... Por favor... Por favor...

Nuevamente ese horrible sentimiento en su estómago, frunció el ceño y mantuvo su mirada en la mujer que moría ante él de forma lenta, tortuosa.

- Mi Kōri...

Sus ojos finalmente perdieron el brillo de la vida y la luna superior supo que era momento de retirarse, más el llanto de la bebé volvió a sus oídos, lo que lo hizo volver a agacharse.

Cuídala, por favor.

Por favor.

Haz algo, Akaza.

El demonio de rango superior se cruzó de brazos, mirando a la bebé con intensidad mientras pensaba que hacer. No podía llevarla, él no sabía cómo cuidar a un humanito, como solo decirles a los niños.

Por todos los cielos... ¡Era un demonio! ¡Se alimentaba de ellos! Los humanos se refiere, no los niños.

Estaba listo para tomarla en sus brazos y llevarla al pueblo cercano para dejarla ahí, cuando algo pasó que no le permitió seguir con sus movimientos además de cargarla.

La bebé le miraba con sorpresa, sus pequeños ojitos brillaban por el reciente llanto pero también se mostraban curiosos ante él al verlo mejor bajo la luz de la luna que ingresaba por una de las ventanas.

- ¿Qué?

Ni siquiera iba a recibir una respuesta, que tonto. Sacudió la cabeza, esperando que la bebé hiciera un berrinche o siguiera llorando, pero no sucedió.

En cambio, las pequeñas y algo cálidas manos de la bebé tocaron sus mejillas, empezando a reír de forma bajita.

La luna superior sintió algo extraño surgir en su pecho, un instinto dormido se había hecho presente, por lo que sujeto a la bebé contra su pecho y miro una última vez a la madre antes de irse del lugar a gran velocidad.

- Descansa en paz, yo me encargaré de tu hija.

Mientras avanzaba, el demonio que había capturado a esa mujer, era asesinado por un cazador de rango menor que hace tiempo Akaza había dejado vivo ante la interrupción de aquel que le dio vuelta a su mundo frío y oscuro.

Tanjiro alzó la mirada al cielo, preguntándose que sería de su maestro en ese momento, seguramente descansaba y se recuperaba con paciencia de sus heridas en aquella extraña pelea con la luna superior tres.

- ¿Por qué de repente sus aromas se combinaron? ¿Sería alguna técnica de Akaza?

Negó con su cabeza, continuando con su camino, cada que recordaba esa pelea solo podía pensar que tanto su maestro como el demonio habían tenido una conexión extraña que desvió el ataque de la luna superior, por lo que Rengoku estaba vivo y tenía heridas no tan graves.

Aún así, el demonio había dicho algo que tanto a su maestro como a él les género un escalofrío horrible por todo el cuerpo.

"Volveremos a vernos, Kyojuro. Y esta vez me aseguraré de hacerte mío para siempre."

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Esto era un especial para el día del padre que prepare hace como siete meses, pero me olvidé 💀

No hay mucho contexto más que esto de aquí. Los capítulos serán cortos y llenos de mucho amor, para lo turbio y triste ya tenemos los one-shots.

Es Omegaverse por si acaso no leyeron la descripción, pa' que no se sorprendan después xd

Iré subiendo los capítulos en el transcurso de la semana, porque esto está terminado, solo que ya saben, las responsabilidades están bien cabronas y como no reviso seguido mis borradores, esto estaba hasta lo último de todos ellos.

También quería preguntarles si saben de canciones que hablen sobre los hijos/hijas. Me ayudaría mucho para ambientar los capítulos :D

Miss_Sol29

Por cosas del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora