CAPÍTULO 2

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Chiara no sabía el porqué, pero no había dormido más de tres horas y allí se encontraba, en la terraza con aquel matutino sol de cara y aquellas gafas de sol, que claramente no eran suyas. Y la guitarra entre las manos. Suspiró tirando ligeramente la cabeza hacía atrás; de vez en cuando sacaba alguna melodía, alguna estrofa suelta, pero nada le acababa convenciendo...

–¿Tú no tienes resaca o qué?

La inglesa levantó la vista encontrándose con un Martin de aspecto horrible.

–La tienes tú, al parecer.

Su sonrisa tensa y desagradable, se lo confirmó. El joven de bigote tenía una terrible resaca entre manos.

–Toma.

Fue en el momento en el que le tendió una taza caliente hacia su compañera, mientras que se sentaba a su lado en aquellas sillas de exterior. Rápidamente, Martin le quitó las gafas de sol a Chiara y se las puso con gesto brusco, frunciendo el rostro por culpa de tanta luz.

La menorquina simplemente puso los ojos en blanco, pero no se lo reprochó:

–¿Qué haces despierto?

–A parte de sacar todo el alcohol que bebí ayer de una forma muy desagradable, pues... ahora me tomaré una infusión para calmar mi cuerpo,... ¿y tú?

–No podía dormir.

Chiara bebió de su taza después de varios soplidos, pero no conforme de que estuviera lo suficientemente fría, la volvió a dejar en la mesa de la terraza. Se colocó bien la guitarra y sacó un par de acordes, distrayéndose momentáneamente de la conversación.

–¿Y por qué no podías dormir?

Suspiró, de nuevo, tenía suficientes pensamientos en la cabeza.

–No podía dejar de pensar...

–En Violeta.

La inglesa abrió los ojos de la sorpresa ante aquella predicción acertada.

–¡¿Cómo lo sabes?!

–Porque no sabes disimular... y porque ayer Ruslana me comentó de lo que hablasteis.

Entonces gruñó, cambiando el tono de voz:

–No es eso–reprochó un segundo más tarde.

–¿Ah, no?

–Es que Violeta no vino ayer..., no sé si te acuerdas, ¿sabes? Y Denna se fue con ella luego, porque al parecer estaba mal. Y he estado, bueno, lo estoy... preocupada, digo. Preocupada por Vio, por eso pienso en ella.

Martin la miró bebiendo tranquilamente de su taza, dejándola divagar entre palabras.

–¿Solo es por eso?

Chiara dejó la guitarra en el suelo de la terraza y miró a su amigo durante unos largos segundos.

–¿Tú también crees que me gusta Violeta?

Fue directa, porque Martin parecía estar esperando eso.

–¿Y no es así?

De repente, el timbre resonó por el apartamento. Y Chiara miró primero a su amigo y luego al interior de su nuevo hogar, para regresar la mirada a Martin:

–¡Voy!–se escuchó la voz de Juanjo.

–¿Esperamos a alguien?

–No que yo sepa. Y no me cambies de tema, sigo esperando una respue...

–¡Violeta!

Chiara no tardó ni un segundo en reaccionar. Se levantó al instante, incluso dando un golpe a la mesa de la terraza, haciendo que casi se derramara la taza de la infusión. Esquivó a Martin, que la miraba incrédulo, para correr atravesando todo el salón y deslizándose con los calcetines por el pasillo en forma de L, chocando con una de las paredes para ver a la recién llegada:

If the world was ending... (you'd come over, right?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora