CAPÍTULO 6

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La lengua apareció entre sus dientes, ligeramente, asomando entre sus labios, un gesto que Chiara solía hacer cuando algo le gustaba o... cuando estaba viendo a alguien que le estaba gustando mucho. Levantó la botella de agua para beber, pero el movimiento se quedó corto, haciendo que el líquido se derramara por la barbilla de la menorquina y le llegara hasta la camiseta.

Fuck. Shit. Mierda.

Se limpió como pudo, pero no tardó en volver a levantar la vista rápidamente, pero aquella vez tenía a Ruslana tapándole aquellas vistas.

–Kiki, ¿qué haces? ¿Qué miras?

–Mmh.

La inglesa tan solo dio un paso lateral hacia la derecha, para seguir mirando al grupo de bailarines que estaban ensayando junto con Vicky en aquella improvisada plataforma. Durante los siguientes tres días, estarían ensayando en el Club Sant Jordi en Barcelona para la inminente gira de OT23. Ocho horas diarias en las que dieciséis exconcursantes, el elenco de bailarines, la banda, Vicky y Manu estarían allí metidos para perfeccionar las canciones que actuarían en los conciertos por España. Estarían ensayando el orden, el cambio de vestuario, los discursos... todo.

Segundos más tarde, Ruslana le chasqueó los dedos delante de la cara ya claramente ofendida:

–¿Hola, qué tal?–soltó con tono rencoroso– Estamos hablando de algo importante, ¿me puedes hacer caso?

–¿Escaparnos luego para ir de compras...–Chiara la miró, entonces, con una sonrisa asomando en sus labios– es importante?

La ucraniana sonrió abiertamente y con un deje de maldad en ella, por fin había conseguido que la isleña le prestara atención.

–Obvio. ¿Pero... qué tanto miras?

Chiara soltó la botella en el banco de I Kissed a Girl y volvió la mirada hacia el centro de la plataforma; su compañera de piso, hizo lo mismo, siguiendo la dirección de su mirada hacia el grupo de bailarines que estaban ensayando Tiroteo con Martin y Álex.

–¿Esa bailarina es nueva, no?–preguntó– No estaba en las galas...

Y Ruslana lo entendió todo:

–¿Cuál? ¿La pelirroja?

–Sí, es muy guapa.

–¡Pero... Kiki!

Ambas amigas soltaron una carcajada, llamando la atención de más gente, pero ellas simplemente siguieron a lo suyo.

–¿Qué? Es guapa, ¿no puedo decirlo?

–Sí, claro que sí. Y tienes razón... es muy guapa y es un nuevo fichaje de Vicky.

A pesar de seguir notando la mirada de Rus en ella, Kiki sacó el móvil y se enfocó con la cámara frontal para mirarse, se colocó el cabello bien y frunció los labios para comprobar el maquillaje:

–¿Estoy bien?

La pregunta le pilló igual de sorprendida que segundos antes.

–Muy guapa, sí–soltó, casi sin pensar y repitiéndose–. ¿Qué vas a hacer...?

Justo en aquel momento, Vicky dando un par de palmadas, dio por terminado aquel ensayo con los chicos y concedió a los bailarines un par de minutos de descanso porque le tocaba a Salma ensayar su canción.

–Ahora verás–dio dos pasos hacia adelante, pero Chiara rápidamente retrocedió y sacó el móvil del bolsillo trasero del pantalón, de nuevo–. Tu guárdame esto, por si acaso...

Los siguientes diez minutos fueron los más entretenidos que Ruslana había pasado en aquellos ensayos, sin lugar a dudas; ver a una de sus mejores amigas ligar de aquella forma era todo un show. Pero un buen show, porque realmente cualquiera podría pensar que iba a ser torpe o incómodo, y en realidad, la menorquina se había integrado en el grupo de bailarines perfectamente con alguna excusa de alguna acrobacia, que quizás necesitaba ensayar. Y allí estaban todos, pendientes de ella, riendo con ella, incluida la nueva bailarina mientras Chiara intentaba hacer un mortal sin manos.

–¿Qué haces aquí sola, Rus?

La ucraniana, tras minutos intentando aguantarse la risa, miró de reojo hacia Violeta.

–Al parecer, estoy aprendiendo tips de Kiki.

–¿Cómo...?–sonrió de forma confusa y parpadeó sin entender.

Violeta tan solo había salido a fumar y a tomar un poco el sol, como mucho había estado cuarenta minutos en el exterior. ¿Qué había pasado en su ausencia? Ruslana le hizo un gesto para que se acercara y, se sentara con ella en los bancos rosas, la encaró hacia la escena:

–Esto es genial. Nunca había visto ligar a Kiki y la tía sabe, a parte de atraer a las mujeres con naturalidad también sabe cómo...–cortó sus propias palabras, mientras señalaba sin ningún pudor–. Mira, mira.

Violeta justo en el momento en el que alzó la vista vio cómo las manos de la bailarina se posaban en la cintura de su amiga y se reía con soltura de algo que habría dicho la inglesa. Y entendió aún mucho menos lo que estaba pasando en aquel lugar de ensayo.

–¿Qué... me he perdido?

–Nada, no te has perdido mucho, se ha acercado y ha empezado a hacer acrobacias y ahora de repente se ha quedado a solas con ella. Tiene un don. ¡Un don!

–No me refiero a eso.

Ruslana giró la cabeza hacia Violeta y la ladeó mientras alzaba una de sus cejas.

–¿Acaso estás celosa?–la sonrisa perversa le salió medio segundo más tarde– La bailarina tiene pinta de ser pelirroja natural, sabes, no como nosotras dos...

–Pff. No empieces tú también.

Violeta hizo un gesto desganado con las manos, pero siguió en el sitio esperando a que le explicara bien la situación. Ruslana miró a la motrileña, casi queriendo leer su expresión, pero ante el silencio incomodo, tan solo se encogió de hombros:

–Estábamos hablando y Kiki se fijó en la chica, en la bailarina pelirroja...–explicó de forma clara–. Solo sé que le ha parecido guapa y ha ido con ella, y han estado tonteando. Ah, bueno y antes también me ha dejado su mo...

Justo en aquel momento, cuando la ucraniana lo estaba levantando, la pantalla del IPhone de la inglesa se encendió mostrando un número no registrado que le estaba llamando:

–¿Es el de Kiki?–preguntó la motrileña.

Ruslana asintió con la cabeza.

–¡KEEEKS! ¡TE LLAMAN!

La menorquina y la bailarina se giraron hacia ellas.

–¡RUUS! ¡HAS ENCONTRADO MI MÓVIL!–aquel grito descolocó a las dos pelirrojas– ¡GRACIAS, PENSABA QUE LO HABÍA PERDIDO!

Rápidamente dejaron de mirar el teléfono entre las manos de Ruslana, para mirar a Kiki quien levantaba los dos pulgares de forma de agradecimiento, con una amplia sonrisa en sus labios para después volver la atención hacia la bailarina... que casualmente también tenía su teléfono entre las manos.

–¿Encontrado?

–¿Pero...?

Violeta miró de Chiara a Ruslana con confusión:

–¿Perdido...?

Hasta que Ruslana soltó una carcajada, porque todo en su cabeza cobró sentido.

–La puta guiri se ha marcado el truco más viejo para ligar.

–¿Qué? ¿Cómo?

–Dios, Violeta, vas perdidísima–la ucraniana la agarró de los hombros para que centrara su atención en ella–. Ha hecho ver que ha perdido el teléfono para que la bailarina tuviera que llamarla, "encontrarlo", y así... tener su número. Es un genio. Mastermind.

Violeta volvió a mirar hacia la bailarina y su amiga, uniéndose a la risa de Ruslana, con una extraña sensación, pero qué tan rápido como llegó se le fue:

–¡Padam, Padam! ¡Os toca!

If the world was ending... (you'd come over, right?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora