CAPÍTULO 4

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Violeta sentía cada músculo de su cuerpo en tensión, agarrotados como piedras y pidiendo algo de clemencia. Quería dormir, quería tumbarse en una cama y no moverse en las siguientes doce horas, a ser posible... Suspiró dando pasos lentos al salir del ascensor, pensando en todo lo que había ocurrido aquel día: primero el viaje hasta llegar a Andorra, las clases de snow y toda las veces que con ello se había caído de culo en la nieve. Y lo mucho que dolía. Y aun así, todos los compañeros de OT23 habían tenido que asistir después de cenar a aquella fiesta...

Estaba agotada, físicamente. No podía más.

Denna caminaba a su lado, con el brazo entrelazado con ella por el pasillo del hotel, hasta que Violeta se fijó en los números de las puertas de aquella planta:

–Denna...–dijo, mirando hacia atrás girando levemente su cabeza–acabamos de pasar nuestra habitación.

–Es que vamos a la de Álvaro y Bea–contestó como si nada.

Y aquello solo podía significar una cosa: la fiesta iba a continuar.

–Pero si estoy agotada...

–Pues mira al resto, amore.

De repente, al girar por el pasillo, Violeta y Denna se encontraron con Martin, Ruslana y Chiara intentando hacer algún tipo de acrobacia contra la pared del pasillo, con la inglesa de protagonista. Los dos más pequeños le aguantaban las piernas contra la pared, mientras que la isleña bocabajo se soltaba de una de sus manos, las que estaba usando como apoyo.

–Kiki, que te vas a cae'.

Los tres amigos tan solo soltaron una fuerte carcajada cuando el único brazo que tenía apoyado Chiara le falló y se fue contra el suelo; la suerte era que tanto Martin como Ruslana la tenían estable contra la pared y el golpe fue bastante leve..., para lo que pudo haber sido.

Violeta se frotó los ojos con paciencia mientras que la inglesa volvía a estar con los pies en el suelo, sonriendo de forma inocente, casi como si no hubiera estado poniendo su integridad física en riesgo.

Un segundo más tarde, la puerta de la habitación se abrió y Álvaro se hizo a un lado para que todos entrasen en aquella habitación de hotel. Al instante, Violeta entendió que no tenía otra opción que seguir con la fiesta con sus demás compañeros y dejarse llevar por la energía del resto:

–Entregar los móviles, va.

–¿Por?

La pregunta de Kiki vino seguida de un movimiento bastante cotidiano, que era sacar el teléfono de su bolsillo trasero del pantalón y dárselo al más alto.

–Nacho nos ha obligado a esto–explicó el sevillano–, no quiere escándalos mañana por la mañana.

–Yo no he traído el mío.

La pelirroja tan solo se encogió de hombros al entrar a la habitación del hotel, que era exactamente igual que la que compartía con Almudena. Un pequeño pasillo de colores tierra, con un lavabo a la izquierda, seguido por dos camas de matrimonio separadas por una mesilla de noche entre ellas. Lo mejor era el balcón amplio con vistas a las montañas...

–Que raro de Violeta.

Habían sido los últimos en llegar a la habitación, así que también fueron los últimos en tomar asiento. La granadina suspiró al darse cuenta de aquel detalle; la única opción era el suelo, así que Violeta notando cada parte de su cuerpo quejarse, se dejó caer entre medio de las dos camas de matrimonio y se apoyó rápidamente en las piernas de Álex, que estaba sentado en una de las camas:.

–¿Quieres sentarte aquí?–le preguntó Álex– Te hago hueco...

–No te preocupes.

Total, ya estaba sentada y fue Kiki la que le trajo un vaso de plástico con vino blanco en él. Un rápido sorbo y su cuerpo se relajó contra el hombro de la menorquina.

If the world was ending... (you'd come over, right?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora