CAPÍTULO 3

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Las ruedas de la maleta rodando eran lo único que podía escuchar en aquellos momentos, sumado con el bullicio de la gente de fondo. Chiara respiró con tranquilidad, bajando la barbilla, mirando sus propios pies en aquel suelo de mármol. La estación de Sants en Barcelona se sentía como su segundo hogar; había pisado aquella estación tantas veces que ya formaba parte de ella.

–... tren amb destinació Maçanet-Massanes, R1. Via 9. R1.

La voz de la megafonía, el olor y la velocidad; eran demasiados estímulos a la vez, y Chiara sabía que si estaba allí durante mucho tiempo se acabaría sobreexcitando, como siempre le pasaba, pero a la vez aquella sensación durante unos segundos le hacía sentir... viva.

Fugaz.

Insignificante, en el buen sentido.

Esquivó a un grupo de chicos, con carpetas universitarias en sus manos, para luego girarse hacia su acompañante:

–¡Vamos, Martin!–le apresuró, girando sobre sus pies y retomando sus pensamientos habituales–Que al final perderemos el tren como Rus.

–Vaya desastre... Y mira que le avisamos–añadió Martin.

–Bff. Menos mal que lo han solucionado, no quiero quedarme sin ella estos días en Andorra y mucho menos sin compañera de habitación.

–¿Y Violeta?

Kiki siguió caminando, e ignorando, como si no fuese una indirecta para ella:

–¿Qué pasa con Vio?

Sin embargo, Martin no contestó a la pregunta, simplemente el joven de bigote se puso a su altura, pegándose mucho a ella, para darle un golpe con su propio hombro.

–Ohh, Kiki... mira esas chicas, qué monas...–en el momento en el que Chiara levantó la vista, se encontró con una pareja besándose dulcemente, apartadas del alboroto de la estación, en lo que parecía una despedida–. Ahora echo de menos a Juanjo...

Durante un segundo se quedó perdida en aquella imagen tan bonita, pero no queriendo invadir más aquel momento, rápidamente volvió la vista hacia su amigo.

–Pero si lo viste hace dos días.

–¿Y? ¿Tú no echas de menos a Violeta?

La inglesa bufó con ironía y levantó dos dedos, indicando la cuenta del marcador.

No comencis, Martin. No empieces, que aun ni hemos llegado a Andorra para que me des el viaje con el mismo fucking tema.

Por suerte la conversación no fue a más, porque todo se vio interrumpido al llegar a la cola del embarque al tren; un viaje corto que les llevaría a pasar dos días con todos sus compañeros de OT.

Promoción o no, era una buena excusa para desconectar del nuevo mundo que les rodeaba a todos. Un mundo al que ninguno de la edición se había acostumbrado aún; un mundo lleno de estrés y velocidad, de exposición, de vértigo... y de miedo.

Una hora más tarde, y ya en el tren junto con Martin, la música resonaba por los auriculares que llevaba puestos la menorquina. Llevaba días dándole vueltas a una misma melodía pero la letra parecía no ponérselo fácil. Se le estaba resistiendo y no sabía si estaba forzando de más su creatividad; quizás simplemente tenía que dejarlo ir... A pesar de eso, con frustración, Chiara cerró la libreta rosa, con el boli entre las páginas, y se aferró a su nuevo vicio en aquellos días:

Subway Surfers.

Durante los siguientes veinte minutos se centró en la pantalla de su teléfono y dejó de pensar en los versos inacabados, a destiempo y mal sonoros...

If the world was ending... (you'd come over, right?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora