Septimo capitulo

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El sol había comenzado a filtrarse tímidamente por las ventanas de la casa de los Black-Snape cuando Remus y Severus se reunieron en la cocina. El silencio se prolongaba entre ellos, cargado de la pesada realidad que enfrentaban tras la pérdida de Sirius. El aroma del café recién hecho llenaba la habitación, pero ni uno de los dos hombres tenía apetito.

Remus rompió el silencio primero, su voz aún suave pero con determinación.

—Severus, necesitamos hablar sobre lo que sigue.

Severus asintió lentamente, encontrando difícil mirar a Remus a los ojos mientras luchaba por procesar el torbellino de emociones que lo consumía.

—No sé cómo seguir adelante sin él, Remus. Sirius era... todo para mí.

Remus se acercó a Severus con una expresión comprensiva en su rostro.

—Lo sé, Severus. Y no espero que superes esto de la noche a la mañana. Pero Harry nos necesita ahora más que nunca, y debemos estar fuertes por él.

Severus asintió, una chispa de determinación brillando en sus ojos oscuros.

—Tienes razón. Tenemos que ser fuertes. Por Harry.

Remus puso una mano reconfortante en el hombro de Severus.

—Y por nosotros también. Sirius no querría vernos desmoronarnos. Él nos enseñó a ser fuertes, a luchar por lo que creemos.

Severus se apoyó en la mesa de la cocina, sintiendo el peso de las palabras de Remus. Aunque el dolor seguía siendo abrumador, la idea de honrar el legado de Sirius le daba algo en qué aferrarse.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Severus, su voz apenas un susurro entre el eco vacío de la casa.

Remus consideró la pregunta por un momento antes de responder.

—Primero, tenemos que cuidar de Harry. Es nuestro primer deber asegurarnos de que esté bien. Luego... bueno, después podemos pensar en el futuro. En cómo protegerlo mejor, en cómo enfrentar lo que venga.

Severus asintió lentamente, encontrando consuelo en el plan simple pero necesario que Remus había esbozado.

—De acuerdo. Empecemos por Harry.

Juntos, Severus y Remus se dirigieron hacia la habitación de Harry. El niño yacía tranquilo en su cama, aún dormido, ajeno al dolor que los adultos llevaban en sus corazones. Severus se sentó junto a él, acariciando suavemente su cabello desordenado mientras observaba el rostro tranquilo de Harry.

—Él no merece esto, Remus. No merece perder a otro padre.

Remus se unió a él, colocando una mano sobre la de Severus en un gesto de apoyo silencioso.

—Lo sé, Severus. Pero ahora es nuestro deber asegurarnos de que crezca sabiendo cuánto lo amaba Sirius. Y cuánto lo amamos nosotros.

Severus asintió con tristeza, una nueva determinación brillando en sus ojos.

—Le diremos historias sobre Sirius. Sobre lo valiente y lo amable que era.

Remus sonrió leve.

—Sí, y sobre cómo nos salvó a todos en más de una ocasión con su ingenio y su corazón.

Una leve risa escapó de los labios de Severus, recordando momentos compartidos que traían tanto dolor como alegría. Juntos, pasaron la mañana recordando a Sirius con cariño y amor, compartiendo anécdotas y gestos que habían hecho de Sirius no solo un compañero, sino un pilar en sus vidas.

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