Tercer capitulo

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El sol brillaba alto en el cielo cuando Sirius y Severus regresaron del paseo por el bosque, con Harry dormido en brazos de Sirius. La casa de los Black, un lugar acogedor en medio del campo, parecía estar bañada por una luz dorada que reflejaba la paz que habían encontrado en su nueva vida juntos.

Después de acostar a Harry en su cuna, los dos hombres se dirigieron a la sala de estar, donde el crepitar del fuego en la chimenea creaba un ambiente de calidez y seguridad. Se sentaron en el sofá, disfrutando del silencio y de la compañía mutua.

—No puedo creer lo rápido que está creciendo. —dijo Severus, rompiendo el silencio mientras observaba las llamas danzantes—. Parece que fue ayer cuando lo trajimos a casa por primera vez.

—Sí, nuestro pequeño Harry. —respondió Sirius con una sonrisa—. Está lleno de sorpresas, como nosotros.

Mientras hablaban, el sonido de un suave balbuceo los interrumpió. Se miraron con curiosidad y se levantaron para investigar. Al entrar en la habitación de Harry, lo encontraron despierto, sentado en su cuna con una expresión de asombro en su pequeño rostro.

—¿Qué pasa, pequeño? —preguntó Sirius, acercándose a la cuna—. ¿Tienes algo que mostrarnos?

Harry, con sus ojitos brillando de emoción, levantó una mano hacia el osito de peluche que estaba al otro lado de la cuna. Para sorpresa de Severus y Sirius, el osito flotó lentamente por el aire, moviéndose hacia las manos de Harry. El niño lo tomó con una risa alegre, sin darse cuenta de la hazaña que acababa de realizar.

—¡Sev, mira eso! —exclamó Sirius, con los ojos muy abiertos de asombro—. ¡Es la primera magia de Harry!

Severus se acercó, observando con una mezcla de asombro y orgullo. Sabía que Harry era especial, pero verlo realizar magia a una edad tan temprana era sorprendente incluso para él.

—Es increíble. —dijo Severus, sonriendo mientras observaba a Harry jugar con su peluche—. Tiene un poder innato. Esto solo confirma lo que ya sabíamos: Harry es excepcional.

Sirius asintió, todavía maravillado por lo que acababan de presenciar. Se sentó en la cama junto a la cuna y extendió una mano hacia Harry, quien la tomó con entusiasmo, balbuceando en su lenguaje de bebé.

—Nuestro pequeño Harry va a ser un gran mago algún día. —dijo Sirius, mirando a Severus con determinación—. Y nosotros vamos a estar aquí para guiarlo, para enseñarle todo lo que sabemos.

Severus asintió, sintiéndose más seguro que nunca de su papel como padre de Harry. Sabía que el camino sería difícil, pero con Sirius a su lado y el amor que sentía por Harry, estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío.

Después de un rato, cuando Harry comenzó a mostrar signos de cansancio, lo acostaron de nuevo en su cuna y regresaron a la sala de estar. Sirius se sentó en el sofá, con Severus a su lado, y comenzaron a planear cómo guiarían a Harry en su camino hacia la magia.

—Creo que debemos empezar a enseñarle desde temprano. —dijo Sirius, con un brillo de emoción en sus ojos—. No podemos esperar a que entre a Hogwarts para que aprenda sobre la magia. Debe conocer sus habilidades y cómo controlarlas.

—Estoy de acuerdo. —respondió Severus, con la mirada fija en el fuego—. Pero también debemos enseñarle a ser cuidadoso. El mundo todavía es un lugar peligroso para él, especialmente con Voldemort aún en el poder.

Sirius asintió, consciente de los peligros que acechaban más allá de las paredes de su hogar. Pero también sabía que no podían dejar que el miedo dominara sus vidas. Debían encontrar un equilibrio entre proteger a Harry y permitirle experimentar la magia y la alegría de la infancia.

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