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Era relativamente tarde

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Era relativamente tarde. Bill llegó a su casa y su madre, por supuesto, no estaba. Tenía trabajo, y Lia tenía mucha hambre. El mayor le hizo algo de comer y la observó jugar con sus muñecas durante un rato.

Envidia.

Tom, en su cuarto, pensaba en Bill. En como harían para seguir sobreviviendo. Llevaban casi un mes siendo novios y las palizas en el colegio eran incontables. ¿Qué mierda haría ahora? 

La frustración lo hizo prender ese maldito encendedor, encima de las heridas provocadas ese mismo día. Marcas que quedarían por siempre en su piel.

–Maldita sea... –Se quejó entre lagrimas, intentando contenerlas.

Todo esto conllevó a que una tarde, saliendo de la escuela, en vez de ir a drogarse y deber dinero que no tenían, fueron a casa de Tom. Pasaron por encima de las lineas del tren. Bill, si miró hacia ambos lados antes de cruzar. 

Llegaron a su casa, en la que Simone yacía inconsciente por el alcohol, y entre besos llegaron a la habitación de Tom, en la que el terminó encima suyo. Ambos entre desesperados besos húmedos y el calor, encendieron un cigarrillo. Tom inhaló el aire, y posándose sobre Bill le besó, inundando los pulmones de este con su humo. Bill sonrió ante esto, soltando el humo con delicadeza y lentitud. Tom ante esto comenzó a bajar sus besos, pasando de ser en la boca, a ser en las mejillas, y luego el cuello. Dejaba pequeñas mordidas y moretones a medida de que bajaba y finalmente llegó hasta su clavícula. Tom le quitó la sudadera con desesperación, y con cuidado comenzó a bajar hasta sus pezones, momento en el que Bill comenzó a suspirar.

Siguieron con este pequeño jueguito sexual durante un rato, intentando convencerse a si mismos que estaban lo suficientemente preparados para lo que iba a pasar. 

Ninguno lo estaba.

Ambos estaban llenos de miedo y vergüenza. Les daba miedo que pensaría el otro de su cuerpo, si dolería, ¿Y si no lo disfrutaban?. Su mente estaba plagada de dudas interminables e inseguridades. Sabían, aún encima de las dudas e inseguridades, ambos no se sentían listos para hacerlo. No se sentían bien como para hacerlo. Se sentían pequeños e incapacitados. Realmente no se sentían seguros. Pero simplemente excusaron a su consciencia con el "Tengo que vivir mi vida al máximo porque me puedo morir mañana". Después se dieron cuenta del grave error de justificar todo con eso, pero ya fue tarde para entonces.

Ahora Bill bajaba sus pantalones con las mejillas coloradas, sin saber si era por la vergüenza o la excitación. Tom bajó la ropa interior del contrario y comenzó a tocar con delicadeza su miembro erecto. Para luego hacerlo con un poco de brusquedad. La verdad Tom no sabía nada de esto, y se guiaba por los videos porno que había llegado a ver. Creía que el sexo era así como se retrataba en el porno, y eso fue uno de los mayores errores. Porque Bill también creía lo mismo.

Ni hablar de lo irrelevante que creían que significaba su edad. Al final, según ellos, "Cada quién hace lo que quiere cuando quiere. No hay edad para nada". Esa corta simbología y estilo de vida les arruinó la suya. La de ambos.

The train lines; Toll fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora