Capitulo 2

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Salvo para Camila, fue como quitarle un caramelo a un niño. Camila había ganado la tercera partida y Lauren alargó las manos para recoger las fichas.

—Ha sido divertido, pero esta noche tengo que pasar por los establos otra vez.

—No —replicó Harry—. Estaba empezando a aprender.

—Yo también —siguió Selena—. Casi gano la segunda partida.

— ¿Tienes miedo de volver a perder? —la desafió Camila.

El estómago le dio un vuelco al ver su expresión.

—En absoluto —contestó Lauren—. De verdad, tengo que pasar por los establos. Si os ha gustado el juego, os dejamos mis fichas para que podáis practicar.

—Sí, por favor —murmuró Hailee.

Lauren sonriendo a la inteligente princesa que estaba dispuesta a dominar el juego.

—Si volvemos a jugar, estoy segura de que me daríais una paliza.

—Me encantaría... —comentó Harry con una mirada insinuante.

—Harry —intervino Camila con el ceño fruncido—, la señorita Jauregui es nuestra invitada y se merece respeto.

—Efectivamente —confirmó Lauren—. Los mayores siempre merecen respeto.

—Si tú eres alcalde... —dijo Harry entre risas.

—Harry —repitió Camila aunque con un tono ligeramente burlón.

—Gracias a todos otra vez. Cenar con vosotros ha sido un... honor —Lauren sonriendo—. Buenas noches y felices sueños —añadió Lauren dándose la vuelta para marcharse.

—Felices sueños? —repitió Hailee.

—Es una expresión —le explicó Lauren—. Deseo que tengas felices sueños.

—Es precioso —comentó Selena—. Que tú también tengas felices sueños.

—Gracias —Lauren notó que Camila la miraba fijamente y notó un estremecimiento—. Alteza... —se despidió antes de marcharse.

La cena familiar había salido mejor que de costumbre gracias a Lauren, pensó Camila mientras iba de un lado a otro de sus aposentos. Le había hecho gracia cómo se había defendido cuando se metió con ella. El sonido de su acento texano era como un brandy muy suave sobre sus terminaciones nerviosas. Su juego había evitado las pequeñas y habituales trifulcas y había permitido que se lo pasaran bien juntos. Se ocuparía de que volviera a asistir.

Miró el reloj y se acordó de que temprano por la mañana tenía una reunión con dignatarios rusos. Le vendría bien acostarse, pero estaba demasiado inquieta.

Últimamente, estaba más inquieta de lo habitual y machacarse con sus ejercicios cotidianos no le había servido de nada. Los consejeros estaban acuciándolo con un asunto que eludía como a la peste. Sin embargo, sabía que tenían razón. No podía demorarlo indefinidamente. Miró por las puertas correderas, vio las nubes que pasaban por delante de la luna y percibió el olor de la lluvia inminente. El ambiente estaba sombrío, como ella.

Tuvo un impulso y lo meditó treinta segundos. Había aprendido que tenía que reflexionar antes de dejarse llevar por un impulso. Ése lo ayudaría a dormir ya tranquilizar el espíritu. Se cambió de ropa y llamó a Georg, su guardia personal.

—Voy a montar a Black.

—Sí, Alteza. ¿Queréis que me ocupe de que lo ensillen antes de que vayáis a los establos?

—No hace falta. Yo lo haré —contestó Camila.

—Que disfrutéis, Alteza.

—Gracias.

PASION EN EL PALACIO ||CAMREN GIP||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora