Capitulo 9

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Camila miró su reloj por décima vez en cinco minutos.

El avión que llevaba a su hija había aterrizado y ella llegaría enseguida. Un minuto después, su móvil vibró al haber recibido un mensaje. La limusina con su hija estaba llegando al palacio. Incapaz de esperar más, salió del despacho y bajó hasta el vestíbulo. Tomó aliento y esperó lo que le pareció una eternidad. La puerta principal se abrió y uno de sus guardaespaldas entró acompañando a una joven que llevaba en brazos a una niña diminuta con la cabeza llena de rizos morenos y el pulgar metido en la boca. Tenía los ojos muy abiertos y miraba alrededor con cautela.

-Alteza -la saludó el guardaespaldas-. Le presento a Ally. Lleva dos meses cuidando a Dinah.

-Hola, Ally -saludó Camila a la joven.

-Gracias, Alteza -la joven zarandeó levemente a Dinah-. Dinah, es tu otra madre, salúdala.

Dinah la miró y escondió la cabeza en el hombro de Ally. -Está cansada y cohibida -explicó Ally-. Vamos, cariño, es tu mamá.

Ally hizo un gesto como si fuese a dejar a Dinah en brazos de Camila. Ella quedó paralizada y Dinah dejó escapar un alarido aterrador.

-A lo mejor quiere comer algo o descansar -intervino Camila-. Un empleado puede acompañaros al cuarto de la niña.

Mientras la niña seguía gritando por el pasillo, Camila le preguntó qué se había esperado. Esa niña no sabía nada de ella y cuando la miró se asustó, naturalmente. No sabía qué hacer con una niña de dos años. Cuando la vio la primera vez, le pareció inocente y angelical, como si necesitara protección. Sin embargo, cuando abrió la boca, se preguntó si no sería una alienígena. ¿Cómo era posible que alguien tan pequeño pudiera hacer un ruido tan estruendoso? En ese momento entendió por qué sus antepasados ​​habían mantenido lejos a los hijos ilegítimos. Si todos los niños gritaban así, lo raro era que sus padres hubieran permitido que cualquier niño se hubiera criado allí. Ella, naturalmente, tuvo una legión de niñeras hasta que lo mandaron a un internado. Lauren le había presentado muchas posibilidades maravillosas con su hija, pero al oír sus alaridos por el pasillo, se preguntó por qué su hija iba a querer que la tomara en brazos, por no decir nada de sacarse una foto con ella. Camila se temió que tardaría años en conseguirlo.

-No para de gritar -le comunicó Camila a Lauren-. Mi hija no para de gritar.

Lauren se mordió el labios para contener la risa. Evidentemente, no tenía experiencia con niños pequeños.

-Casi todos los niños de su edad gritan -la tranquilizó Lauren acariciándole la espalda.

-Gritó cuando creyó que iba a tomarla en brazos. No fue un encuentro muy halagüeño.

-Bueno, ha volado por media Europa para llegar a un sitio desconocido. No ve a su madre por ningún lado. Estará cansada y asustada. Tienes que darle otra oportunidad. En realidad, como es tu hija, tienes que darle infinitas oportunidades.

-Voy a dársela dentro de unos minutos. ¿No me acompañarías?

-Claro -contestó Lauren con cierta sorpresa-. ¿Cuál es el plan?

-Iremos al cuarto de la niña.

-De acuerdo. Puedo prever que saldrá mejor que el primer encuentro.

Al cabo de un rato, entraron en el cuarto de la niña, donde Dinah estaba agarrando una manta y chupándose el pulgar mientras apretaba unos botones que encendían unas luces en un tablero. Ally observaba la escena desde el extremo opuesto de la habitación. Dinah e Ally levantaron la mirada a la vez y la niñera se puso de pie.

-Alteza...

Dinah miró con animación a Camila, luego a Lauren y otra vez a Camila. Lauren se acercó a la zona de juegos y se sentó. Se quitó el sombrero y lo dejó a su lado mientras tomaba un libro y empezaba a leerlo en voz alta.

PASION EN EL PALACIO ||CAMREN GIP||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora