Capitulo 8

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Esta noche vas a cenar en el palacio —le comunicó Selena con una sonrisa mientras entraba en el despacho de los establos una media mañana.

Lauren no dejaba de sorprenderse de que fuera con zapatos de tacones entre las inmundicias del establo. Ese día llevaba un vestido camisero rosa, un sombrero rosa y unos zapatos rosa. Parecía una princesa de dibujos animados.

—Por curiosidad, ¿dónde has estado o adónde vas? —preguntó Lauren.

—A visitar una residencia de ancianos. Ya sé que tengo un aspecto ridículo, pero es alegre. Sobre la cena...

—Selena, te agradezco la invitación, pero...

—No hay peros. Me aburriré como una ostra si no vas. No va nadie que no sea diez años mayor que yo. Dame un poco de compasión, Lauren.

—¿Y Hailee?

—La canalla se ha librado, ha dicho que tenía que preparar la tesis. Una excusa muy oportuna.

—No tengo nada que ponerme —intentó argumentar Lauren.

—Para eso se puede ir de compras —le rebatió Selena con una sonrisa.

—Tengo que trabajar —replicó Lauren con firmeza.

—Y yo. Tienes ese vestido negro, pero deberíamos conseguir otro. Dame tus medidas y se las diré a una de mis ayudantes.

Lauren se quedó mirándola fijamente y Selena frunció el ceño.

—Venga, no seas tímida, no tenemos todo el día. Tus medidas — Selena susspiró—. De acuerdo, mándaselas a Helga. Éste es su número

— Selena lo apuntó en un papel de la mesa de Lauren—. No te preocupes, se llevarán tus medidas a la tumba. A las siete en el salón de baile Serrisa.

—No, él dijo...

—Demasiado tarde. No te has negado y eso es como haberlo aceptado. No te arrepentirás. Me ocuparé de que te diviertas. Si a las dos no ha llamado a Helga, entonces, yo elegiré algo a ojo.

Selena se marchó y Lauren se quedó mirándola y pensando que los Cabello sacarían de quicio al santo Job, y ella no era el santo Job. Horas más tarde, Lauren se puso un vestido color crema con sandalias a juego. Helga también había mandado una diadema, pero eso ya era mucho pedir. Se miró en el espejo y se sintió como Cenicienta antes del baile. Fue a llamar a Selena, pero el móvil sonó justo en ese momento.

—Hola —saludó antes de mirar quién llamaba.

—No puedes echarte atrás —contestó Selena tajantemente.

—Selena, no soy yo...

—Imagínate que estás en una fiesta de disfraces. Habrá comida y bebidas fantásticas y estaré yo para acompañarte. Tómatelo como una forma de salir de tu concha. Un guardaespaldas te recogerá dentro de media hora.

—Podría ir andando...

—No quiero que sudes —replicó Selena antes de colgar.

Media hora después, un guardaespaldas apareció en el coche delante de su casa.

—Señorita, Jauregui soy Edward. La llevaré al palacio para la cena oficial de esta noche.

—Gracias, Edward. Soy primeriza, ¿algún consejo?

—Deje que la familia real tome la iniciativa —contestó él.

—Gracias.

Poco después, entró por la puerta principal del palacio, no por las otras que había usado para encontrarse con Camila. Al ver el vestíbulo, se acordó de la primera vez que entró en el palacio. Era impresionante, con el suelo y las esculturas de mármol y las lámparas de techo de cristal. Esa noche, además, estaba llena de mujeres con vestidos de noche y de hombres con esmoquin. Tuvo la sensacion de ser una farsante.

PASION EN EL PALACIO ||CAMREN GIP||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora