┌🔹️°˚─◌| 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎 |

4.7K 320 50
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los gritos de dolor de la mujer en la camilla resonaban en toda la sala mientras el grupo médico la asistía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los gritos de dolor de la mujer en la camilla resonaban en toda la sala mientras el grupo médico la asistía. La partera a cargo estaba por otro lado con una voz calmada y segura, animándola continuamente en el proceso mientras que con cada contracción cada vez la mujer estaba más cerca de dar a luz, a su lado estaban dos enfermeras asistiéndola diligentemente: una se encargaba de asistir directamente con la doctora y la otra le limpiaba el sudor y quitaba los cabellos húmedos de su frente. Una última contracción, la mujer no se sentía capaz de dar más.

     —¡Solo una vez más! —dijo la mujer dando sus últimos ánimos—. Ya casi está, mamá. Solo un poquito más de esfuerzo.

Sintiendo en ese momento una fuerza interior que jamás pensó algún día tener, entre el dolor y la impaciencia sus manos se aferraron a las sábanas de la camilla con fuerza, empujando con sus piernas su última contracción, como olas rompiendo contra la orilla.

El dolor dejó de estar presente, recuperando poco a poco la capacidad de sus sentidos en el entorno y escuchando de repente un llanto débil en la habitación, cuyo sonido fue el único en el que pudo concentrarse después de tanto. Los ojos de la mujer se llenaron de lágrimas y la enfermera pasó por última vez una toalla por su rostro para limpiarle el sudor; su rostro se debatía entre la alegría y el agotamiento, quería conocer a su bebé.

     —¡Felicitaciones, es un hermoso niño!

A ella no le importaba fuera niño o niña, solo le importaba era estuviera sano.

     —Por favor, hagan pasar al padre del bebé. De seguro llegó cuando ya estábamos en el procedimiento ¡Es tradición sea este quien corte el cordón umbilical! —la partera se dio a la tarea de acomodar el pinzamiento del cordón exactamente tres minutos después del nacimiento del bebé, para que mientras el padre entrara por la puerta este cambiara a su color típico blanco o grisáceo.

El flujo de sangre por el cordón umbilical pasó, pero nadie entró a la sala. Fue el momento en el que notó la expresión ahora llorosa de tristeza de la mujer que estaba frente a ella, aunque bueno, no de la mujer, de la niña.

𝐌𝐀𝐃𝐑𝐄 || 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐑𝐎𝐊𝐈 𝐓𝐎𝐔𝐘𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora