"ᴇʀᴇs ʟᴀ ᴄᴏᴘɪᴀ ɪᴅᴇ́ɴᴛɪᴄᴀ ᴅᴇ ᴛᴜ ᴘᴀᴅʀᴇ."
Le susurró su madre mirándolo con amor mientras le consentía el puente de su nariz para dormirlo.
"ᴇʀᴇs ʟᴀ ᴄᴏᴘɪᴀ ɪᴅᴇ́ɴᴛɪᴄᴀ ᴅᴇ ᴛᴜ ᴍᴀᴅʀᴇ."
Le dijo el que su madre acaba de reconocerle como su verdadero...
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Una luz tenue se filtraba a través de las persianas, dibujando franjas doradas sobre las blancas paredes de la habitación del hospital. Un suave zumbido emanaba de las máquinas que monitoreaban los signos vitales de los tres jóvenes que yacían en las camas, sus cuerpos aún marcados por las heridas de la batalla contra el asesino de héroes.
Izuku Midoriya, Iida Tenya y Shoto Todoroki, los tres estudiantes de preparatoria que habían desafiado a la muerte y habían salido victoriosos, pero no ilesos. Y peor aún, sin el reconocimiento legal ante los ojos del mundo por ese enfrentamiento debido a su falta de licencias provisionales.
Acababa de salir de esa habitación el jefe de policía del distrito, explicándoles su situación y a la vez agradeciéndoles por sus acciones, uno que otro reclamo por el crédito de la victoria y los resultados de los exámenes de Iida que guio después a una pequeña charla y el pensamiento de Shoto de “afectar las manos de las personas con las que se involucra”. Las risas terminaron y el silencio de la habitación solo era roto por el sonido ocasional de un pitido de las máquinas o el susurro del viento moviendo las hojas de los árboles que se veían por la ventana.
